Si por algo se ha caracterizado todo lo vivido, ha sido por el atolondramiento, la rectificación, y el desconcierto de todos y cada uno de los afectados. Todo ello conduce a que se adopten posturas dispares.

Así, llegado el momento de la ansiada vuelta a las calles, muchos se preguntan si mañana hay horas de salida o no, cada cual responde de una forma, e internet arde buscando respuestas que oficialmente no se dan de forma clara y precisa. [El Puerto, en fase 1: apertura de terrazas, comercios y otras medidas]

El farragoso mensaje se va diluyendo poco a poco, y como es normal, si se permite la libre circulación provincial, y el acudir a tiendas, ya no hay horas ni de salidas ni de entrada, eso sí, con la clara alusión de que ahora, se pide que la hora para que salgan los menores sea otra, sobre todo en comunidades como Andalucía, donde hace calor… pero, si ya no hay restricción horaria, ¿por qué hay que regular aún las horas? Si esto no crea incertidumbre y duda, no sé que será.

De todos modos, la incertidumbre nos acompañará durante un tiempo, sobre todo porque frente a lo que podamos o no hacer tendremos lo que cada cual considere oportuno y quiera o considere que deba hacer. Los limites de cada cual no tienen porque ser los mismos que los que al día de hoy se ofrecen.

La reflexión sobre lo que nos queda por venir es desoladora, ya que es tal la multitud de normas y rectificaciones, así como las rectificaciones sobre las rectificaciones, que resulta difícil seguirlo todo.

Quizás los más afectados sean los bares, los cuales se plantean si abrir es rentable o no, a la vista de las normas y el aforo permitido, como es natural, cada bar será un mundo, cada situación distinta, pero se enfrentan a un futuro incierto… que ocurrirá cuando el gobierno decida que pueden abrir, pero ellos decidan no abrir… seguirán recibiendo ayudas en respaldo de lo que fue una ayuda o los dejarán a su suerte.

Tiempos inciertos en los que la gestión de quienes deben guiarnos, más bien nos conducen por una oscura ciénaga repleta de sorpresas… y no todas agradables.