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Estamos en la casa palacio de Downton Abbey, con la encantadora y frívola familia Crawley. Un grupo muy inglés y sarcástico, decadente en su majestuosa mansión, siempre de punta en blanco y semblantes lánguidos.

La base está en la serie de TV: Dowton Abbey (2010), con 52 episodios en un caserón británico. Hablaré de esta serie y de dos entregas en la gran pantalla; lo haré de la más actual a la más antigua: Dowton Abbey: Una nueva era (2022), de S. Curtis. Dowton Abbey (2019), de M. Engler; y Arriba y abajo, la secuela (TV) (2010), creador H. Thomas.

DOWNTON ABBEY: UNA NUEVA ERA (2022). Se desarrolla la obra en 1928. La guasona anciana Violet (Maggie Smith) recibe de herencia una villa en La Riviera francesa tras la muerte de un noble francés. De joven pasó una semana allá. La familia Crawley ve la cosa sospechosa y deciden viajar hasta el lugar para conocer la casa y a la familia.

Mientras, los que se han quedado en Downton Abbey deciden acoger el rodaje de una película muda, aunque el cine sonoro ya comienza a despuntar de manera definitiva para los productores, lo cual precipitará cambios importantes en un rodaje que atañe a la historia.

Deciden aceptar la oferta de la productora de rodar en la mansión porque, siendo los Crawley muy finos y todo eso, no tienen pasta para reparar las goteras del tejado del palacio y la productora les pagará un buen capital por prestarle varias habitaciones. Violet no es partidaria y ante lo que ve exclama: «Preferiría antes trabajar en una mina».

Pero mientras a unos les resulta horrible la idea de recibir en su mansión a todo un equipo de rodaje, para otros, eso de poder ver y vivir a actores y actrices maquillados y en plena faena de rodaje es una idea magnífica: los sirvientes están encantados.

Violet, la condesa viuda de Grantham ha heredado una villa en el sur de Francia, de un viejo amigo. Mientras tanto, el director de la película obtiene el permiso de Mary para rodar la película en Downton Abbey. Para perderse la «espantosa película» de Mary, como la llama Robert, él y otros miembros de la familia viajan al sur de Francia para resolver el misterio de la herencia.

Julian Fellowes se propuso, en 2019, traspasar su franquicia al formato cinematográfico. Se enfrentaba al desafío de captar público sin sacrificar el gusto de los más adeptos. Lo cual consiste en evitar la nostalgia sin caer en el servilismo y cierta conveniencia.

Es una película satisfactoria que tiene una dirección sólida y bien lograda de Simon Curtis, quien sabe conservar y vigorizar otras producciones al reinterpretar en lenguaje cinematográfico los usos y costumbres de uno de los culebrones de mayor éxito en TV. El resultado contiene el picante suficiente para el público y para los seguidores de la serie.

Además, con el interés de incorporaciones que, al margen de la siempre encantadora presencia de Nathalie Baye, Laura Haddock y Dominic West, bordan de manera exquisita sus encarnaciones de intérpretes de cine mudo en la transición al sonoro.

La película se centra, como digo, en dos subtramas. La primera, el rodaje de una película en la mansión, que le da al filme un delicioso y atractivo encanto en lo que suele denominarse cine dentro del cine; una incursión en la que Hollywood pasaba del cine mudo al sonoro.

La segunda, la herencia en el sur de Francia, sirve para que el guion de Julian Fellowes desvele su principal misterio y rinda un tributo a la grande e imprescindible Maggie Smith, sensacional como siempre.

Llama la atención el largo desfile de intérpretes de primera que aparece en los títulos de crédito, que convierte esta película en una de las más corales y memorables que imaginarse pueda. Trabajo de muy buenos artistas, con actores y actrices de lujo como Hugh Bonneville, Michelle Dockery, Imelda Staunton o Hugh Dancy, por mencionar algunos.

Además, los personajes son tratados con mucho mimo y cariño, sin que ninguno presente una mueca de contrariedad o discrepancia. Todo en un tenor muy británico, protocolario, en una película que resulta ágil, agradable a la vista, amena y divertida.

Gran fotografía de Andrew Dunn, estupenda música de John Lunn, vestuario de lujo, gran puesta en escena y un montaje certero que concluye en una cinta, aunque teatral, grata y que atrapa.

La cinta funciona como una máquina de relojería, logrando equilibrar una enorme cantidad de personajes, con los cuales hace virtuosos malabares. Fellowes y Curtis consiguen darles a todos sus propias pequeñas tramas y momentos para brillar.

Igualmente resulta muy interesante, sobre todo para el cinéfilo, el capítulo dedicado a los rodajes en aquellos años veinte, cuando el cine mudo transitaba al cine hablado, con docenas de detalles curiosos. Por ejemplo, la presión de las productoras por pasar cuanto antes al sonoro pues el cine mudo quedaba obsoleto y el público pedía diálogos; y la manifiesta incompetencia de alguna actriz bonita para articular dos palabras en seguidas; entonces, el director se veía en la obligación de doblarla.

En suma, una historia que nos recuerda la entrada en los años treinta, años difíciles y de cambio histórico, en que las grandes casas y salones suntuosos de familias aristocráticas tocaban a su fin. Downton tenía que ponerse al día. Hollywood y el dinero yanqui podían arreglar el gran tejado del palacio y más, pero se imponían también otros cambios más sustanciales.

Más extenso en revista de cine ENCADENADOS.

 

DOWTON ABBEY (2019). Estamos en 1927, cuando la familia Crawley y su carismática servidumbre se preparan para el momento más crucial en sus vidas. Una visita del rey y la reina de Inglaterra, lo cual desatará una situación de escándalo, romance e intriga que pondrá en riesgo el futuro de Downton Abbey.

Llegó esta cinta a los cines como si estuviera conservada en formol, que dice Palomo. Desde luego, es recomendable haber visto la serie televisiva Arriba y abajo para no quedar desconcertado, pues en el filme reaparecen los personajes de la tal serie y todo el elenco.

Así pues, la versión cinematográfica de Downton Abbey de Michael Engler ha preferido la pompa regia a la época histórica de los mejores momentos de la serie. Están casi todas sus virtudes, sobre todo las más aparentes y lujosas, aunque tal vez ha perdido la oportunidad de ejecutar un salto verdaderamente fílmico, en vez de apostar por una especie de especial para Navidad.

Esta versión al cine, continuación del último capítulo de la serie, apenas incluye temas históricos y solo se añade un compló del republicanismo irlandés para asesinar el rey Jorge V, mal desarrollado y filmado por Engler.

Quedan en cambio tres pequeñas grandes historias: la del chófer irlandés reconvertido en miembro de la familia, al lado de un nuevo personaje femenino; las dudas de Lady Mary con el futuro de la casa y el suyo propio; y el de la homosexualidad del gran personaje que siempre fue el mayordomo Thomas e inclusión de los primeros locales de ambiente gay.

Publicada en FilmAffinity.

 

ARRIBA Y ABAJO, LA SECUELA (SERIE DE TV) (2010). Serie estrenada en la televisión británica en 2010, cinco años y 52 episodios. Destaca por su impresionante labor artística en decorados y vestuario, por la extraordinaria facilidad de su creador, Heidi Thomas, para relatar las opuestas existencias de más de veinte de personajes, a través de pequeños y conmovedores encuentros y desencuentros en los pasillos y salones de una aristocrática mansión.

Roles complejos que huían del arquetipo, ya fueran los de arriba o los de abajo del escalafón social, a los que Thomas añadía la otra gran virtud de la serie: la brillante inclusión de los acontecimientos históricos en el devenir de unos seres humanos pertenecientes a una época determinada, relatada con rigurosidad y pasión.

Así, el drama de la Primera Guerra Mundial, el nacionalismo irlandés, las luchas sociales y los inicios del movimiento sufragista, por ejemplo.

Además, convivían con las pasiones más calladas que desbocadas y, lo mejor, el compromiso o la rebeldía para seguir ocupando el lugar en el mundo que les venía dado por imposición social.

Publicada en FilmAffinity.