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Hace dos años el actor Adam Driver protagonizó una película que describe las disputas y los éxitos de una familia italiana famosa en el terreno de la moda, La casa Gucci (2021), de Ridley Scott. Y ahora, en riguroso estreno aparece la historia de otro personaje de la Italia moderna: Ferrari (2023), de M. Mann.

Son dos películas muy interesantes, grandes producciones de sagas y personalidades italianas importantes, a las que me voy a referir ahora.

FERRARI (2023). En Módena todos están perdiendo: el club de fútbol, ??las mujeres, los Ferrari. Es la primavera de 1957 y el ex corredor convertido en empresario Enzo Ferrari (Driver), conocido como Il Commendatore, lleva el peso de la ciudad sobre sus hombros. El director Michael Mann nos cuenta la historia.

Acecha la bancarrota a esa sociedad que Ferrari él y su esposa Laura (Cruz) hicieron florecer de la nada diez años atrás. Se necesita desesperadamente vender más coches. En ese entonces Ferrari apenas producía 100 coches al año. Se precisa un socio potente como Ford o el gobierno italiano para salir adelante.

Para más, su matrimonio, ya turbulento, está en crisis severa. La pareja no ha superado la muerte de su hijo Dino, fallecido a los 24 años en 1956. Un duelo en el cual Laura reprocha a su esposo de la muerte del hijo. En esta crucial etapa, Ferrari toma decisiones arriesgadas apostándolo todo a una única carrera: la “Mille Miglia” (las mil millas por carretera ordinaria). Corría el año 1957.

Además, en la historia oficia de preferida de Enzo su amante Lina Lardi (Woodley), que es su amor, su devoción y con la que tiene un hijo pequeño, Pietro, no reconocido y desconocido para su esposa.

La ética de Enzo para la competición es que sus pilotos deben ir al límite, incluso arriesgar sus vidas: “Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo”. O sea, apura la frenada para echar al contrincante fuera de la trazada o muere. Crudo, pero era así el reto. De hecho, Ferrari era apodado como el "asesino" o "fabricante de viudas".

A propósito, y en este punto, cabe subrayar las escenas que recogen el accidente fatal de Ferrari, cuando De Portago, tras romper un neumático, perdió el control de su auto cerca del pueblo de Cavriana saliéndose de la carretera. Murieron el propio piloto, su copiloto Edmund Nelson y nueve espectadores, cinco de ellos niños. Hay una escena muy cruda rodada con un realismo que asusta.

Enzo fue acusado de once cargos penales por homicidio involuntario, pero más de tres años después, un juez convocó a un panel de expertos que concluyó que no hubo negligencia.

El director Michael Mann no desarrolla linealmente la biografía de Il Commendatore. Junto con el guionista Troy Kennedy Martin, extraen del libro biográfico de Brock Yates, un episodio en la historia de Ferrari, crucial, pero acotado.

Enzo reúne para la gran carrera un equipo liderado por el veterano piloto italiano Piero Taruffi (bien Patrick Dempsey), el piloto británico Peter Collins (Jack O'Connell) y el número uno español Alfonso de Portago (Gabriel Leone), el cual tenía un romance con la actriz Linda Christian (bonita Sarah Gadon).

Adam Driver interpreta brillantemente a Ferrari (con maquillaje para que parezca de cincuenta y tantos). Su trabajo tiene fuerza, Driver expresa un carácter intenso con sus aristas afiladas llevadas con una gracia decidida.

Penélope Cruz está muy bien como Laura, su esposa, una italiana morena emprendedora y de carácter fuerte que sobrelleva su tormento por la trágica muerte de su único hijo; la Cruz hace una actuación que expresa un estado de amargura y un dolor arraigado en las entrañas, como reinventando el arquetipo de la «mamma» dolorosa.

La tercera pata importante del reparto es Shailene Woodley que hace de Lina, la amante de Enzo, mujer escondida en una casa de campo y con un hijo pequeño de Ferrari. Pero a la Woodley difícilmente la imaginamos como mujer italiana.

La fotografía de Erik Messerschmidt tiene un brillo de porcelana vintage centelleante que resulta apropiada en un filme de época. La luz del día posee un brillo argentino y veraniego que recorre las calles de Módena. También vemos en pantalla colinas bañadas en ricos verdes, dorados mantecosos y rojos toscanos que se mezclan en una neblina matinal en gradiente.

Tiene la obra una gran puesta en escena, estupendos decorados, efectos especiales medidos pero impactantes de choques de autos a velocidades extremas, ello junto con una música que bien acompaña, de Daniel Pemberton.

Esta cinta vive sobre todo en la pista de carreras, la carretera abierta por la campiña italiana. Tiene el enfoque riguroso de un Mann muy centrado en secuencias de carreras que hacen estremecer al espectador, impulsadas por efectos prácticos y réplicas meticulosamente conseguidas de autos Ferrari de época. Pero el drama en sí queda desdibujado.

Es, en fin, una historia dividida en dos, que equilibra la tensa determinación de Ferrari de que uno de sus autos gane la peligrosa Mille Miglia y su complicada vida doméstica, donde tiene que equilibrar las demandas y el furor de su iracunda esposa, con las aspiraciones y amorosas de su amante, que anhela que su hijo sea reconocido y apellidado Ferrari para la posteridad.

Al principio, los títulos de crédito nos dicen que Ferrari y su esposa Laura, con quien se casó en 1932, fundaron Ferrari Spa en 1947; luego se nos dice que la película está ambientada en 1957. Resulta que han pasado muchas cosas en esos 10 años.

Parece, así, una producción a medias, una breve mirada introspectiva a un momento intermedio en la vida de Enzo Ferrari. O sea, un «biopic» sui generis.

Publicado en revista Encadenados.

 

LA CASA GUCCI (2021). Drama criminal del homicidio de Maurizio Gucci en 1995. Nieto del patriarca del imperio de la moda Gucci, apareció asesinado por orden de su exesposa la Sra. Reggiani, a la que se conoció desde entonces como la "viuda negra de Italia".

Resulta la historia de la adaptación del libro que escribió Sara Gay Forden en 2001 de título original: “The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed”.

La historia y el libreto

El guion está escrito por Roberto Bentivegna y Becky Johnson, un libreto claro, bien hilado, centrado en el encuentro, matrimonio y vida en común de Maurizio Gucci y Patrizia, de cómo ella lo busca de manera insistente, interesada por su dinero.

Pero el libreto explora también cuestiones de clase social. El clan Gucci es una especie de realeza autoproclamada y en absoluto una aristocracia legítima.

De cómo el padre y principal de los Gucci, Rodolfo, se da cuenta de que Patricia es una cazafortunas, y le sugiere a su hijo que se lo pase bien con ella pero que no se case.

Esto precipitará el filme por los peores derroteros, pues se casan, pero con el tiempo, pasado el inicial ardor, Maurizio se da cuenta de que su esposa es una mujer vulgar y malévola.

Finalmente, divorcio y desenlace trágico.

Estudiando a los ricos

Scott hace una incursión por el mundo de la riqueza y de los ricos, el dispendio y el derroche, que es un apartado importante del filme: los ricos como casta aparte.

Un abordaje narrativo en forma apasionada, plan melodrama, puesta la mirada en los aspectos noveleros, sin reparo en el exceso.

Personajes y actores

Reparto desigual donde Driver da el nivel de manera solvente; un tanto explosiva y sobreactuada, quizá eficaz, una Gaga de rostro ávido; irreconocible e impostado, un Leto atacado; y los mayores, Irons y Al Pacino, cumplen meramente.

La contención de Driver y el desorden de la cantante y actriz Gaga se salvan y presentan su debida justificación, en sintonía con el guion.

Música, fotografía y otros aspectos técnicos

Estupenda la música de Harry Gregson-Williams; además, suenan fragmentos de ópera: La Traviata de Verdi, La flauta Mágica Mozart, así como música ochentera.

Muy acertada la fotografía de Dariusz Wolski, que mezcla el brillo con una apariencia de época desvaída para lograr un efecto decadente. Fabuloso diseño de vestuario y producción de época.

Pero de qué habla la película

La obra habla de amores inadecuados, de una poderosa y rica familia.

Es también una historia de anhelos, afanes, ambición, nuevos proyectos empresariales, y un retrato sobre el espíritu humano que subraya el espectáculo cambiante del poder.

A pesar de sus defectos e irregularidades, que los tiene, la película subyuga, pues a lo largo de sus más de dos horas y media somos partícipes de un desastre de estrategias en el afán de la familia por controlar el negocio.

Cerrando         

Si tuviera que resumir mis sensaciones diría que la peli entretiene, sobre todo por los enredos de familia, el análisis del dinero y el lujo extemporáneo, el cáustico análisis de los millonarios y sus ángulos oscuros de engreimiento, vanidad o dispendio.

El filme concluye subrayando con claridad que actualmente ningún Gucci se sienta en el consejo de administración de la marca.

Publicada más extenso en revista ENCADENADOS