Tras unos acontecimientos que nadie podíamos prever, dominados por una circunstancia anómala y extraordinaria, dejamos atrás el peligro y nos enfrentamos poco a poco a un futuro para el que no estábamos preparados.

El principio del final, en España, pues parte de Europa recupera la normalidad, es solo fruto de la evolución que se ha desarrollado durante la crisis.

Las decisiones tomadas, la información transmitida, el comportamiento de quienes dirigen el hundimiento y la salida, son el reflejo de lo que ahora ocurre. Lo vivido no se puede deshacer, y el principal resultado es que, a primera vista, hemos creado una sociedad de niños burbujas.

La muerte, la enfermedad, el sacrificio, es algo inherente al ser humano. El libre albedrio el máximo exponente del propio individuo. Y todo eso, en poco menos de un mes, se ha transformado en el miedo, miedo a morir, a enfermar, a contagiarse.

Negación de nuestra propia libertad a decidir si me quiero arriesgar a coger un resfriado o no. Victimismo, pasando de ser personas que se enfrentan al día a día, a peleles que se refugian en el hogar temerosos de lo que pueda pasar fuera.

Todo ello no es más que fruto de un mensaje transmitido hasta la saciedad, un mensaje que, sin estar exento de razón, ha transformado la prudencia en miedo, el sentido común en paranoia y la razón, la razón en un conglomerado de ideas saturadas que impiden el razonamiento.

Ello me lleva a recordar series que ya hablaban de cosas parecidas, películas en las que los ciudadanos se confinaban por temor a un mundo exterior contaminado… de ese modo, controlados por el estado a través del miedo, abandonan el mundo, su vida, todo en un ridículo propio beneficio en favor de un estado paternalista que los protege.

Si nos fijamos, y sin que, supongo, sea esa la intención del estado, nosotros mismos nos estamos auto confinando por temor a un contagio, que, en algunos lugares, nos pilla muy muy de lejos.

Ojalá que el sentido común nos devuelva a la realidad, a esa realidad en la que todos somos conscientes de que algún día moriremos, que podemos enfermar en cualquier momento, y que las burbujas y la inmortalidad no existen.