No todo es color de rosa cuando se habla del centro, no todo es la bienvenida que podamos darle a ese nuevo turismo de piso vacacional; no todo son terrazas llenas, supermercados con mayor necesidad de personal; no todo es suciedad que limpiar cada mañana y noches de insomnio.

No, hay algo que sí me parece preocupante y en lo que poca gente repara, criticamos el turismo de botellona, los ruidos de los conciertos, vemos las fachadas del centro sin arreglar, y apartamos la vista de los preciosos edificios cuidados y rehabilitados, y al apartar la vista de ellos, de los apartahoteles, no nos damos cuenta de la ropa tendía.

Es algo complicado, porque cómo acabar con algo tan nimio y molesto. Los bañadores, las toallas secándose al sol sobre las barandillas de los balcones empobrecen a quien lo hace, y deja una mala imagen, no de ellos, sino del edificio donde se alojan. Difícil problema con difícil solución, y que muestra la decadencia de quienes vienen sin importarle lo mas mínimo la imagen de la ciudad que los acoge. No todos son iguales y por supuesto no estamos nosotros ajenos a esa incívica costumbre.

Acostumbrado en zonas residenciales de fuera del centro, donde es normal tender la ropa en las ventanas traseras, a veces se nos va la mano, y lo hacemos en las terrazas. Pero el centro, las avenidas, la imagen de una ciudad, merece un poco más de respeto por parte de todos, los que vienen y se van y los que nos quedamos. Como decía, es un problema de difícil solución, ya que, al fin y al cabo, es algo que no se puede decretar, el respeto es algo que no se puede imponer, debe salir de cada uno, incluso advirtiéndolo al que no respeto, al menos la imagen.