Y van ya más de dos mil años, y todo parece indicar que, como siempre, las cosas nunca son sencillas.

Hoy Jueves Santo las celebraciones nada tienen que ver con las de hace dos mil, mil o tan solo cincuenta años, pero al fin y al cabo la base sigue siendo la misma.

Hoy, como ayer se viven momentos difíciles. Algunos niegan que nuestra forma de vida, nuestros valores, los principios bajo los que nos regimos, son herencia cultural y moral de una doctrina. Se niega el valor que tiene la aportación a la cultura, así como su importancia en la conservación.



Para algunos, una institución corrupta en la que sus miembros son todos delincuentes de los más pérfidos crímenes, económicos y sexuales, una mera institución que debe ser destruida, eso sí, loando las virtudes de otras confesiones que se comportan peor que el propio catolicismo en el siglo X, y no solo por su carácter monopolizador de la política, la moral y el adoctrinamiento.

Pero partiendo de la base del absoluto respeto a quienes dicen no creer (pero mirando de reojo), nuestra Iglesia, la mía, sobrevive a la leyenda negra que soporta el lastre de una supuesta inquisición más laxa que la de cualquier otro país Europeo; a la falsa acusación del genocidio de unos países en donde fundaron Universidades para todos, mientras en otros países hasta la segunda mitad del siglo XX los negros no eran ni consideradas personas; a la cruel acusación de debilidad humana generaliza, tan solo protagonizada por algún indeseable, cuando esa lacra es fruto de una sociedad que cada día tiene menos valores; en fin, una institución, azotada, humillada y denigrada por pseudo profetas de la superioridad absurdamente racional.

Hoy Jueves Santo se vuelve a demostrar que si es tan criticada, con rabiosa saña, es porque está presente y se necesita de la mentira y el bulo, ruidoso y emponzoñado, de cuatro envidiosos y amargados que no saben cómo destruir lo que no entienden o no quieren entender.

No sé si pasaran otros dos mil años o más, pero de lo que si estoy seguro de que nunca los valientes estuvieron tranquilos. Feliz Jueves Santo que al fin y al cabo es día del amor fraterno.