La llegada de la primavera se ha sentido en todos los rincones de una manera espectacular. Días más largos, cambios de armario y gente paseando por las playas son algunos de los indicios que nos hacen sentir que la primavera ha llegado, no sólo de manera oficial en el calendario, sino de manera real, alterando muchos ámbitos de nuestra vida.

La primavera es tiempo de transformación, de florecimiento, de diversión, de calles llenas, de festividades, de emoción. En definitiva, la primavera es esa época del año en la que, después del frío invierno, llegan momentos de esperanza y alegría.



Los portuenses llevábamos años esperando a que acabase el invierno, pero no el invierno marcado por el calendario, que por suerte llega a su fin de manera regular a finales de marzo, sino el largo invierno de la mala gestión que mantenía congelada nuestra ciudad. Una ciudad sin fiestas, con un centro histórico sin futuro, que expulsaba a todo aquel que intentase invertir un solo euro, un invierno que no sólo paralizaba la ciudad sino que la hacía retroceder, alejándose cada vez más de otras poblaciones vecinas.

Ahora todo es diferente. Desde que el nuevo equipo de gobierno llegó a la Alcaldía, se pusieron manos a la obra para tratar de darle la vuelta al calendario, haciendo todo lo posible, y a veces incluso lo imposible, para cumplir con su programa y sacar adelante las grandes líneas de trabajo que se marcaron.

El trabajo ha dado sus frutos, unos frutos primaverales que llegan ahora, tras haber estado madurando, en forma de grandes proyectos como la finalización de Pozos Dulces, el nuevo puente rodado que se anunció hace pocos días, la llegada de nuevas empresas, grandes promociones en el centro o el nuevo paseo fluvial.

La primavera ha llegado a nuestra ciudad, y parece que ha llegado para quedarse, descongelando cada rincón, devolviéndole la alegría a nuestras calles y reemplazando por fin ese largo invierno que atormentó a los portuenses durante años.