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Muchos han sido los artistas que durante las despóticas dictaduras comunistas de la ex Unión Soviética, China o Cuba decidieron pedir asilo político en países del mundo occidental, sobre todo en Europa y los EE.UU. Ejemplos como el bailarín, coreógrafo y actor letón Mijaíl Barishnikov, huido a Canadá; Natalia Makarova de la URSS, la primera bailarina rusa nacionalizada norteamericana; Rosario Suárez, bailarina clásica surgida de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba exiliada en Miami; o Rolando Sarabia, bailarín Principal del Ballet Nacional de Cuba, que en agosto de 2005 pidió asilo político en Miami tras la peripecia de un largo viaje por autopistas desde Arizona a La Florida y que a su llegada declaró: "Al artista no se le pueden cortar las alas. El artista es un ser libre. No me fui de Cuba en busca de dinero, sino porque me cerraron las puertas en el Ballet Nacional de Cuba y llega un momento en que das el gran salto o terminas en la nada".

Algo diferente pero con sus equivalencias ocurría en China cuando Madame Mao y todo el aparato del partido, entendían la danza como un arte hierático y obsoleto que limitaba las posibilidades de expresión de los bailarines. Este anhelo por la libertad relacionado con el ballet, es el tema que abordamos hoy en sendos filmes.

Deserción de dos grandes bailarines

Para esta sección he elegido dos películas basadas en personajes y hechos verídicos. La primera es El último bailarían de Mao (2009), sobre la deserción del gran bailarían chino Li Cunxin a los EE.UU. La segunda película, El bailarín (2018) narra la petición de asilo político del gran Nuréyev en el aeropuerto de París.

EL ÚLTIMO BAILARÍN DE MAO (2009).

EL ÚLTIMO BAILARÍN DE MAO (2009). Película basada en una historia real, cuando un grupo de ballet norteamericano logró traer de China a Huston (Texas), al bailarín clásico Li Cunxin. Cunxin había estudiado desde los 11 años en el ballet de Pekín, durante la revolución cultural de Mao, llegando a ser figura principal del mismo.

Tras su viaje a los EE.UU. decididió no volver y pedir asilo político, lo cual le acarreó una severa acusación de traición y serios conflictos diplomáticos entre ambos países. La película está dirigida con gran solvencia narrativa por el oscarizado Bruce Beresford, con buen guion basado en las memorias reales de Li Cunxin, un libro que ha vendido más de un millón de ejemplares. El film cuenta la historia de Li en forma dramática: el deseo de libertad en la vida y en el arte.

Actualmente Li Cunxin, de más de cincuenta años es un bailarín retirado y alejado de la profesión de la danza y convertido en uno más de los miles de empresarios chinos que abundan como parte de esa diáspora gigantesca, que oculta razones muy diferentes. Li, en declaraciones a la prensa hace algunos años decía: "Al principio no me gustaba nada, odiaba el ballet […] Cuando me eligieron, no tenía idea de lo que era aquello y me hacía una imagen lejana de las bailarinas en las puntas de los pies en equilibrio. En mi zona, las campesinas llevaban los pies vendados y caminaban sobre los talones; así que tenía miedo de terminar como ellas.

Los primeros tres años fueron muy difíciles, el ballet era aburridísimo para mí, un muchacho de campo. Me sentía como un pájaro enjaulado, quería salir, escapar; no le encontraba sentido alguno al ballet, pero entonces, gracias a mis profesores, empecé a amar aquello. Especialmente el profesor Xiao fue importante en esto, me demostró que podía hacerlo y desarrollar mi talento". El film cuenta sobre todo el deseo de libertad en la vida y en el arte de Li. La excelente la música de Christopher Gordon y la fotografía de Peter James son pilares esenciales de la obra. El propio Li participó en el casting para seleccionar al bailarín que lo habría de encarnar en la película. Reparrto donde destaca el actor canadiense Bruce Greenwood, el guapo actor/bailarín Chi Cao y una Joan Chen envejecida haciendo de abuela.

Bonita película sobre todo para los amantes al ballet. Tiene carga ideológica, pues critica la dictadura maoísta. Y es igualmente una historia de amor y de pasión. Biopic del bailarín Li Cunxin que vivió los años de plomo del maoísmo más crudo, que cuenta sus orígenes rurales, su duro aprendizaje y finalmente su exilio en los años ochenta. En resolución, esta película celebra la libertad artística sin necesidad de sermonear, y en diferentes pasajes, las imágenes vuelan cuando Chi Cao aparece en la pantalla, como ingrávido por encima de los espectadores: ¡bellísimos números de ballet!

 

EL BAILARÍN (2018).

EL BAILARÍN (2018). Película que hace un recorrido biográfico del famoso bailarín ruso Rudólf Nureyev, desde sus primeros pasos en la danza. Pero el núcleo de la historia se desarrolla en 1961, cuando en la URSS gobernaba el aperturista Nikita Khrushchev. El más famoso bailarín ruso viaja a Francia con la compañía Kirov Ballet Company en su primer viaje al exterior.

Su inclinación aperturista y el entorno parisino, le hacen tomar conciencia del espíritu de libertad que le ofrece la capital francesa, y decidirá en pleno aeropuerto y vigilado por el KGB, escapar. Este es un momento culminante y muy emocionante del film, propio de un thriller político que viene a servir de contrapunto al tono de la película hasta ese momento. Es el momento en el cual le es comunicado a Nureyev que volverá a la URSS sin viajar con el resto de la compañía a Inglaterra.

La escena de la deserción, hace pasar al espectador por unos momentos de enorme angustia, instantes de enorme voltaje y la secuencia del instante más decisivo en la vida de Nureyev, el primer gran artista soviético que escapó al mundo occidental. En la escena, Nureyev se aleja del grupo del KGB que lo vigila estrechamente, y aleccionado por sus amigos se dirige hacia unos policías de paisano que aguardan a su espalda y grita: “¡Quiero quedarme en su país!”.

Cuando los miembros del KGB se abalanzan sobre el bailarín, el inspector francés en un alarde de fuerza y diplomacia dice: “No lo toquen señores, estamos en Francia”. Y ahí se obró la deserción. Más de uno que peine canas recordará sin duda el sensacional suceso que fue aireado por la prensa internacional y que supuso un serio revés para la tensa Guerra Fría. Ralph Fiennes analiza al protagonista y a la vez profundiza en el mundo del ballet. Diálogos bien llevados y un análisis de los variados estados de ánimo de Rudólf. Este filme supuso el debut de Oleg Ivenko, el bailarín profesional ruso que da vida al legendario Nuréyev, con un excelente trabajo.

Magistral el Fiennes actor en el rol del profesor del ballet Aleksander Pushkin. Bonita y eficiente Adèle Exarchopoulos, la señorita franco-chilena enamorada que ayudó a Nuréyev en su deserción. Una cámara atenta a la danza por encima de los escenarios y los bastidores, admirando la belleza corporal del bailarín y apostando por las tomas largas. La cinta se adentra en la personalidad de Nuréyev, su enérgico y egoísta carácter plagado de dudas, y sus vacilaciones en momentos cruciales, como cuando ha de tomar la decisión de quedarse o volver a la URSS. Película muy interesante sobre uno de los divos más reconocidos del ballet de todos los tiempos.