Hay momentos en los que es mejor detener todo aquello que pensamos, momentos en los que la vista se vuelve atrás, a los días felices en los que el caos era tan solo una hipótesis, hipótesis cinematográfica.

Volviendo la vista atrás, muy atrás, mucho más atrás de lo que pudiéramos imaginar. Volviendo esa vista atrás vemos la vida, no solo la nuestra, si no la de todos, incluso más allá de los tiempos.

Vuelta la vista atrás, siempre vuelve la vida. Y de una u otra manera, sigue adelante. Nos adaptamos, retrocedemos o avanzamos, pero al final, la vida sigue.

Hoy cierro los ojos y al abrirlos veo una larga fila de casetas de madera, la mayoría a franjas rojas y blancas. Acabamos de llegar todos a la playa, vamos siete en el coche, y aunque somos pequeños, vamos siete en el coche.

Los años vividos en aquellos días, los castillos en la arena, los enormes hoyos que hacíamos, las comidas, la basura acumulada, los pinos, todo formaba parte de una vida que jamás acabaría, algo que se mantendría en el tiempo hasta mi desaparición. Sin embargo, desapareció la madera de la playa, sus todos de lona. La vida siguió, los lamentos cesaron, y al poco tiempo, ya nadie echó de menos aquellas formas, y al mucho, para algunos aquella forma de vivir incluso les pareció peligrosa e irreal.

Hoy miramos angustiados un futuro que puede acabar con algunas cosas, acabará con pequeños espacios de nuestro modo de vivir, y esos espacios se reinventarán. Cuando todo pase y miremos atrás, veremos que algunas formas cambiaron, las costumbres se transformaran, la tradición cambiará de tradición, y al final, pensaremos que andar con los zapatos de la calle por la casa es una barbaridad.

Veremos las playas, las disfrutaremos y quizás nos parecerá aberrante compartir espacio en donde las sombrillas se toquen o superpongan. Cuando todo pase, porque esto es la vida, y la vida sigue, veremos quizás con nostalgia algunas cosas, algunas cosas, que ahora nos parecen extrañas, formaran parte de nosotros como algo normal. Cuando todo pase, y en menos tiempo del que pensamos, miraremos atrás, y entonces, los nórdicos no nos parecerán tan raros.