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«Su canto asemeja una herida abierta, que sangra entregando sus fuerzas vitales como si ella fuese la memoria del dolor del mundo». El compositor y director de orquesta austríaco Kurt Pahlen se refirió con estas palabras a Maria Callas, que hoy, cien años después de su nacimiento, sigue siendo la mayor leyenda femenina del mundo de la ópera. Sus incondicionales, que eran legión, la llamaban “La Divina”.

También contribuyen a su fama factores extra musicales: su apasionado y traicionado amor por Aristóteles Onassis –que aceleró su declive y la apagó–, los escándalos que protagonizó, como su abandono en una representación de “Norma” en la Ópera de Roma, 1958, etc. Envuelto todo en una extraordinaria personalidad y enorme pulsión dramática.

En la historia de la ópera hay un antes y un después de Maria Callas. Nadie como ella ha sido capaz de transmitir la emoción de partituras tan dispares como “La traviata”, “Tosca” o “Medea”; nadie ha puesto, como ella, su voz al servicio del dolor, la rabia, la desesperación o la dicha. Su voz era un caleidoscopio inagotable de matices, un soleado amanecer o un ocaso umbroso. Callas se ahormaba a las exigencias de cada personaje y viajaba desde el territorio de una soprano ligera como en “La sonnambula” hasta el de una mezzosoprano como en “Carmen”.

Murió muy joven –53 años– en 1977 en París, donde se había recluido en su apartamento de la Avenida Georges Mandel. Allí la melancolía terminó de ahogar una voz que se pudo escuchar por última vez el 11 de noviembre de 1974 en Sapporo (Japón), donde ofreció su postrer concierto.

CALLAS – PARÍS, 1958 (2023). Documental sobre una noche de ópera inolvidable y rutilante. La diva por antonomasia, protagonizó una legendaria actuación en la Ópera de París el 19 de diciembre de 1958, por una única noche.

A este importante acontecimiento social asistió «Le Tout Paris», lo cual incluyó lo más granado de la sociedad francesa, empezando por el Presidente de la IV República Renè Coty, junto a un listado de personajes como Jean Cocteau, el Duque y la Duquesa de Windsor, Charlie Chaplin o Brigitte Bardot, entre otros.

Maria Callas apareció en el escenario luciendo su más elegante alta costura y valiosas joyas. Comenzó su actuación con el «Casta diva» de Norma, seguido por la inquietante escena «Miserere» de Il Trovatore de Verdi, luego la bonita pieza: «Una voce poco fa» de El Barbero de Sevilla. El clímax de la velada llegó en la segunda mitad: una actuación escenificada del Acto II de Tosca.

Se muestra a Callas en su mejor momento. Los elementos visuales fueron tan importantes como su voz única: su vestido de terciopelo, sus ojos hipnóticos, su nariz bizantina y elegancia sin par. La Callas llena el teatro y llena el cine con su presencia, en una recuperación documental asombrosamente conseguida.

Meticulosamente restaurada a partir de las bobinas originales y fuente de sonido descubiertas recientemente, ofrece la oportunidad de experimentar esta representación histórica como nunca antes se había podido ver ni escuchar. Impecable trabajo de Tom Volf, fotógrafo, director norteamericano y principal especialista en Maria Callas a la que dedicó varios libros y un documental que comento a continuación. Tiene en su haber también una obra de teatro inspirada en las cartas y memorias de la cantante. Es fundador y Presidente de la Fundación Maria Callas y próximamente abrirá un museo en París.

La cinta, de 90 minutos de duración, fue proyectada el pasado mes de octubre en el Festival de Cine de Roma en la categoría Historia del Cine, como Proyección Especial. La minuciosa mezcla de sonido y masterización asegura una experiencia auditiva tan cautivadora como la visual.

Samuel Francois-Steininger, productor de este rescate, afirma que ha estado trabajando en la restauración y coloreado «durante más de 15 años, y en este proyecto hemos trabajado incansablemente para crear una interpretación perfecta que permita al público sumergirse por completo en el talento único y especial que es Maria Callas».

En una entrevista, Tom Volf dice que la imagen y la presencia de la Callas en esta obra documental le inspira: «Una sensación de infinitud. Cuando te acercas a su figura, de lo primero que te das cuenta es que tenía muchas facetas. Maria Callas es un personaje único y fascinante, que consigue seducir en la distancia aunque haya pasado tiempo desde que nos dejó».

Cualquier aficionado al cine y a la música del tipo que sea, disfrutará mucho con el visionado de esta cinta. Podrá complacerse hoy de aquel lejano espectáculo del ‘58, ahora desde la magia de la gran pantalla.

Más extenso en revista ENCADENADOS.

 

MARÍA BY CALLAS (2017). Este otro documental nos brinda una gran lección sobre las virtudes del “bel canto” de la Callas; un lujo poder escuchar las arias principales que cantó la famosa soprano. A la vez, la cinta nos introduce en su vida cíclica de luces y sombras. Ya escribí sobre este documento en: Figuras de la Ópera.

Un retrato introspectivo de lo que fue la vida y el trabajo de la más emblemática cantante de ópera. También una leyenda repleta de falsedades. El documental refiere su faceta de soprano y de sus relaciones con personajes importantes como el armador griego Onassis, las actrices Grace Kelly y Liz Taylor, Pier Paolo Pasolini, y otras personalidades.

En el documento vemos cómo para conseguir llegar tan alto en el mundo del espectáculo, mantenerte y seguir dando el “do de pecho”, hay que tener cualidades, carácter y un carisma que pocas personas poseen. Esta obra nos lo muestra, pues tras las debilidades de la Callas había una mujer enérgica y firme. Como declaró ella misma: «El destino es el destino y no tienes escapatoria». Es difícil ser una rutilante estrella y ella declaró: «Me gustaría ser siempre Maria, pero está la Callas, de la que debo estar a la altura».

La dirección Tom Volf nos deja fascinados con esta semblanza de la Callas. La película está plagada de documentos y grabaciones privadas que hasta ahora no habían visto la luz, gracias a personas que las prestaron o donaron para que se hiciera un retrato fiel. Se consiguieron muchas horas de película, de grabaciones, 400 cartas y cientos de fotos con los que luego el equipo hizo un trabajo de orfebrería para conseguir que la imagen resultara lo más íntima y cercana posible.

El hilo conductor es una entrevista con David Frost realizada en 1970, donde Maria se muestra divertida, sensata, siendo capaz de quitarse la máscara, apareciendo vulnerable y también independiente. La entrevista recuerda su dualidad entre la mujer y la diva.

El montaje de Volf combina sincrónicamente y con un ritmo las imágenes de entrevistas y lectura de sus cartas, un material muy atractivo. Incluso podemos visionar el rodaje de Medea, de Pasolini, o unos ensayos operísticos con Luchino Visconti. Por supuesto hay todo un hermoso rosario de fragmentos de Madame Butterfly, Un ballo in maschera,  Macbeth, y otras aria.

Nos damos cuenta también de que Maria Callas no siempre condujo su vida.En sus inicios una férrea madre la llevó con dureza al camino del éxito. E igual hizo su primer esposo, que la empujaba a trabajar sin descanso. Hasta que finalmente Callas se separó de él y ahí vino, a renglón seguido, su sonado romance con Onassis del que ella misma dijo: «Mi aventura con él fue un fracaso, mi amistad fue un éxito»; palabras que son mezcla de gratitud y amargura.

Callas era una mujer paradójica y en cierto modo muy conservadora. Por un lado dedicó toda su vida a su profesión, pero a la vez afirmaba que «lo más importante para una mujer es tener un hombre y hacerle feliz. Por ello hubiera renunciado a mi carrera». Había dos Callas diferentes que esta cinta de Volf acierta a diseccionar.

El filme es una aproximación respetuosa y veraz de la mujer, lo cual certifica cada escena del documental. Una diva que se vio obligada a sacrificar su vida; su vida fue una aventura de lucha y esfuerzo constantes desde su infancia. Y cuando estaba en lo más alto, la historia de amor roto con Onassis que hizo desvanecer en ella otras ambiciones, y no tardaría mucho en morir.

Da la impresión de que Maria Callas fue grande en demasía como para adaptarse a una vida “mortal” (si se me permite la expresión). Quizá por eso se fue precipitadamente, cuando su enorme y sensible corazón le falló, no sin antes haber manifestado que su paso por la vida fue más áspero que complaciente, pues Callas fue ante todo una mujer que buscó el amor y fracasó en el intento.

Más extenso en revista ENCADENADOS.