Por mi  profesión, el mes de agosto es, lo quiera o no, el momento en que me veo obligado a sufrir las vacaciones, se rompe mi rutina, los correos no entran en el ordenador, y salvo algún juicio suelto, alguna llamada de urgencia, y alguien que tiene tiempo o preocupación, la actividad baja a niveles mínimos.

Llega el momento de un impuesto descanso que no me gusta. Eso me permite disfrutar, pero a veces me pregunto, acaso no se disfruta todo el año. Pensándolo fríamente, vivimos en una ciudad en la que muchas personas pagan cantidades astronómicas por pasar unos días. Yo disfruto de la ciudad día a día, y llegando el sosiego, a veces, me apetece cambiar de ambiente, dejar la ciudad, pasear por lugares diferentes, buscar el refugio de la sombra en otros lugares, al final, me tira mi tierra y apenas salgo, lo cual no debería ser así.

Pero analizo El Puerto en agosto, masificado o no, buscando los rincones donde reine la tranquilidad, allá donde la mano del visitante no llegue, prefiero las playas de septiembre, aunque la patrona se haya marchado. Me quedo con las puestas de sol de los veranos tempranos o tardíos… me quedo en una ciudad, mi ciudad, incluso en agosto, en ese mes en el que parece que nada nos perteneces, en donde la orilla es un sueño inalcanzable, en donde el calor de la calle Luna la hace interminable, pero en donde tanto al principio como al final, encuentras recompensa.

Y allí encuentro refugio, pues en poco tiempo la calle Misericordia se queda abajo, llena, aprovechando hasta el último minuto sin sirenas de la policía, calle imposible de transitar, pero lejana a la zona de la Prioral, en donde puede que ya haya mayor concentración de bares, un paraíso de tranquilidad que solo los de aquí conocemos, tan lejanamente cerca de Misericordia que escuchamos su run run. Cuatro en Plaza Mayor, cuatro en Vicario, una zona que amanece en La Giralda, y subiendo, y haciendo recorrido, Edu, Aurora, Ancalaguela, Apriori, Calleja, Mar de Leva, Vicaria, el nuevo de la esquina con Sierpes, Meollo, y Giralda cerrando, pero cuando el sol añun esta alto, Los Pepes, Rociío, el antiguo Rábago, sin olvidar los que se desvían por su callejuelas… y cuando  la noche ya es la dueña, cuando ya las barajas van bajando… El Rincón de la luna. Ahora que encuentro la tranquilidad, agosto también se puede disfrutar sin turismo. Creo que ha nacido la zona de Prioral y mercado.