[Lee aquí el Capítulo VI] Pienso que me recuerda a mi tierra, a mi viejo barrio, a mis bares, su olor a vieja pizza y buenos vinos. Y aunque a veces dudé y sabía que la ciudad me ofrecía zonas, quizás más atractivas, siempre me gustó la zona en la que vivo, mi viejo barrio en el que sigo soñando con la antigua muralla.
Muchas han sido las veces en las que explico que me reconforta el olor y el ruido del mercado, pero tenía que reconocer que para ser una zona tan importante de la ciudad, era parca y triste, sobre todo cuando llovía, las tardes de los sábados, las tardes en general, cuando el olor a pescado ya no me llegaba y las calles se silenciaban.
Pero algo me decía que, la que ya llamo mi zona, era como un diamante en bruto. No me equivoqué, pues en breve un nuevo hotel y su restaurante se abrirá en la calle Cielo, pero de un tiempo a esta parte, en la calle que le sigue, se abrió una pequeña taberna, frente al bar de los caracoles, un bar donde me sentía casi mejor que en mi casa.
Ya apenas bajo hasta la zona donde están los bares de copas, pues al salir de esa taberna, la del otro Antonio, sigo, echando de menos algún bar, pero me tomo otra en la que un poco más adelante, pero justo al lado se abre otro, y enfrente otro haciendo esquina, y si el “Bigotes” aún aguanta, seguimos hasta los de la plaza de la iglesia para volver a tomar las ultimas en el viejo almacén y seguir hasta el hotel junto a los Pepes.
Mientras saboreo, no sin consecuencias, una copa, ansioso de conocerlos todos, me doy cuenta de que no me equivocaba pues la zona del mercado va cogiendo una fuerza que se verá día a día con mas vida.
Hoy bajo cubierto de un cielo agradable por la calle Luna, pero mi corazón me pide volverme hacia mi barrio. Le pregunto al “Bigotes” qué hacer, y al igual que yo, casi sin decir nada nos volvemos para iniciar el recorrido. Quizás aún no haya la oferta gastronómica de la calle de los bares, pero pregunto qué le apetece comer a mi amigo si de tapeo o de cuchara, y ambas ofertas las encontramos. Sonreímos mientras decidimos tomar la primera en la esquina de Juan Gavala, y cuando nos hemos dado cuenta… ya es mejor volverse a casa porque… mañana podemos seguir sin movernos de la misma calle.