[Lee aquí el Capítulo III]  Mi vinculación a esta ciudad es lejana en el tiempo, pero cercana y estrecha desde hace poco, sus tradiciones, algunas desconocidas para mí, otras reforzadas por mis vínculos que nuestros moradores me van añadiendo a mi sangre, me hacen que me preocupe, me afecte y sienta las cosas de aquí ya como propias, por eso, al pasear mi vista se paró en algo que es más que un símbolo, la falta de la valla  me hizo volver la vista al viejo vapor.

Sí, para mí era un desconocido, más un mito que algo real, un romántico emblema que jamás vi cruzar la bahía, algo que no se perdía en mi memoria, porque no existía, y del que no podía presumir guardar entrañable recuerdo.

Ese viejo barco, del que tanto se habla se me presentó ante los ojos, desnudo, abandonado, ni siquiera digno de lástima, sino como vieja chatarra digna de un desguace, un despojo podrido que daba más vergüenza que respeto.



Quitada la valla que lo tapaba, y que a mí me ocultaba su historia, sus vivencias su simbología, ahora sí me producía algún sentimiento, ahora, a sus pies sí me identifico con él, no puede dolerme, pues como decía, nada me une a él, pero sí me apena que un símbolo, algo que ha formado y forma parte de la publicidad institucional quede expuesto a las miradas de semejante manera.

Lejos de criticar, de meter la pata, y desconociendo si hay alguna asociación, sí me extraña que no se adecente. Ponerlo en funcionamiento sería tanto como pretender que volvamos a viajar en locomotora, aunque hay zonas en donde se hacen viajes turísticos en viejos e incómodos trenes, restaurarlo sería también costoso, pero adecentarlo, al menos adecentarlo, y cuidarlo, varado en la ribera de su río… eso sí que lo vería bastante lógico.

Esta misma mañana toqué sus podridas maderas, y me sentí mal, me dolió, si su destino era pudrirse nos podrían ahorrar esa imagen, y si aún se le tiene algún cariño o respeto, algo se debería hacer, pero mantenerlo para recordarnos toda la miseria me parece muy nefasto, y creo que no cabe excusa, pues si es privado que se ordene su destrucción o su adecentamiento y si es público, que se haga algo.

Está claro que el dinero seguro que tendrá que ver algo, pero al menos, y por respeto, que lo cubran con una lona.