Antiguamente en las bodegas existía lo que se denominaba “el barril del gasto”. Consistía en una bota de vino puesta a disposición de los trabajadores para que en determinadas horas pudiesen beber una copa de fino. Era la época en que el sector empleaba mucha mano de obra, y los propietarios de los vinos tenían esa buena y sana costumbre. La legión de operarios se disponía ordenadamente a guardar su turno, abrir la canilla, llenar la copa, y volverla a cerrar, bajo la atenta mirada del capataz. A veces era tal el chirrido de la canilla que el mandamás solo tenía que estar atento a su oído.

Me contaba una vez mi amigo El Lupo, fontanero muy conocido en esta ciudad, que en la bodega de Terry había un capataz al que le encantaban los toros y era muy partidario de Galloso. La picaresca gaditana agudizó el ingenio de tal manera que El Lupo -habitual en las labores de mantenimiento de la bodega-, estaba compinchado con un compañero, y llegado su turno en el barril, éste se ponía a contarle historias, unas ficticias y otras no tanto de faenas de Galloso, para de esta manera distraer la atención del capataz. Pero había un problema añadido: el chirrido de la canilla, lo cual solventaba poniendo el pulgar para cortar el caño de vino mientras bebía, y nuevamente volver a llenar la copa una y otra vez. Así, mientras el barril se desfondaba, el capataz soñaba cómo eran esas tardes de toros de Galloso que con tanto entusiasmo le narraban, y entretanto El Lupo daba buena cuenta de la solera del fino Maruja



Igual de embelesado estuvo ayer el público de la plaza de toros de El Puerto. Aunque El Juli estuvo muy bien con su segundo toro, y Talavante ligó con el capote y la muleta pases de bella factura, la sensación de triunfalismo que sobrevoló por el coso portuense debe ser analizado en profundidad. La percepción de haber asistido a la corrida del siglo fue interiorizada por un público cada vez menos exigente, que se conforma con cualquier cosa, y que necesita muy poquito para colmarse de satisfacción. Hasta tal punto sube la adrenalina en los espectadores, que al cuarto toro se le pidió tímidamente el indulto, un toro noble y bravo pero que no rozaba la excepcionalidad, con una discreta pelea en varas, y sin hacer en ningún momento el famoso avión. Si los expedientes de indulto del gobierno tuviesen que pasar el filtro del público que asiste a las corridas de El Puerto, no habría un reo en la cárcel. Y para no ser menos, también se apuntó a la orgía el presidente, blandito donde los haya, al sacar el pañuelo azul para un toro cuyo justo premio hubiese sido una cerrada ovación en el arrastre. [La Quinta y tres diestros puro pundonor]

En el lado opuesto estuvo Manzanares, al que se le vio apático durante toda la tarde. Dicen que no está bien físicamente, por lo que en caso de ser cierto debería plantearse parar. El precio de las entradas no está como para que un torero venga mermado de facultades. Tal fue su desgana que hasta mandó callar a la música, que como casi siempre toca a destiempo, sin criterio y con un afán de lucimiento que resta protagonismo a lo que acontece en el ruedo. Lástima que “La Concha Flamenca” gripó en sus primeras corcheas. Otra vez será Maestro. Ya queda menos para verle salir en hombros junto a los toreros.

El barril del gasto pasó a la historia porque ya está todo mecanizado, quedan pocos obreros en el gremio de la vid, y los gustos de las nuevas generaciones caminan en otro sentido. Los jóvenes no beben fino. Las bodegas diversifican sus productos, y del barril del gasto solo queda la leyenda y el recuerdo. Y la pureza de la fiesta se va por la canilla hasta que se acabe el barril, mientras el público se embelesa con historias ficticias y adulteradas del toreo. Hasta hubo una época que Osborne vendía Solan de Cabras. Justo lo contrario del milagro de las Bodas de Caná. Convirtió el vino en agua, igualito que la fiesta actual.

 

FICHA DE LA CORRIDA

Toros de La Quinta. Correctos de presentación, noblotes en general. Media plaza.

EL JULI: Pinchazo y estocada trasera y tendida (oreja); estocada trasera (dos orejas) y vuelta al ruedo al toro.

MANZANARES: Estocada baja (ovación y saludos); tres pinchazos y media con derrame (división de opiniones).

TALAVANTE: Pinchazo y estocada baja (silencio); estocada caída (dos orejas).