Toros de La Quinta, bien presentados en general y de juego obviamente desigual sin acabar de romper hacia delante casi ninguno, eso sí se dejaron. Vuelta al ruedo al cuarto.

En el Palco presidencial estreno de nuevo, Rafael Carrero miembro del Equipo Delegado y presidente de este festejo  y el aficionado Sergio Pérez como asesor.

Julián López Juli de marino y oro.

José María Manzanares azul marino y oro con cabos blancos.

Alejandro Talavante de rosa palo y oro con cabos blancos. Al finalizar el paseíllo se guardó minuto de silencio en respeto al profesor Luis Gonzalo González gran aficionado y Doctor en Bellas Artes, alguien que siempre aportó belleza y color a la fiesta.

La nota que destaca en el inicio del abono son las entradas que está registrando la plaza, y es que el público sabio entendemos a elegido fechas y serán las del próximo fin de semana las más destacadas sin ser una entrada del todo negativa, más de medio aforo.

Ganas teníamos los aficionados a ver hierros diversos y de interés, algo que desde luego hay que reseñar del empresario que sin dudas ha tratado de trenzar un abono variado.



Julián, insisto en que lo de Juli se le queda demasiado corto ya a este diestro, cuajó una faena de maestro que dio sitio espacios y temple a su muleta que ya conoce los terrenos de forma inteligente y sin forzar. Dejando el toro a su aire logró enjaretar series de mérito que emborronado con la espada tras un pinchazo dejó una entera. Corte de oreja pedida mayoritariamente por el público y eso es incontestable.

El precioso cuarto de la tarde nos hizo presagiar lo mejor, estampa de toro antiguo que empujó al caballo y permitió un tercio de capa rematado y ajustado… quitado también tras el caballo con ganas por parte de Julián. Agustín de Espartinas y José Núñez Pilo lo bordaron en banderillas con pares emocionantes y bien ejecutados, tanto que Julián lo brindó al público venido arriba de la emoción y el toro no defraudó esta vez porque acompañado por una muleta de prodigio le sacó más que partido a una embestida noble y rítmica. Es que la fiesta es así de grande pasamos del enfado al olé profundo sin rencores… afortunadamente. Dos orejas y vuelta al ruedo para el toro sin solución de continuidad. Quizás por necesidad emocional del público que lo necesitaba tras casi dos tardes casi en blanco.

Manzanares pechó con un primero justo de fuerzas al que cuidó durante la lidia para bregar con intentonas en la muleta, eso si dejó un saludo capotero preciosista, recibió saludos desde el tercio. En el quinto poco más pese a que voluntariedad no le faltaba, con algo más de brío que su primero lo metió en la canasta a duras penas. Desde luego de no ser por estos tres diestros poco menos hubiésemos podido apreciar. Pero la media altura no llega a profundizar en las entrañas del toreo y alargar los viajes del animal animan pero no llegan a  colmatar. Pinchazos varios y aviso incluso, para esperar su segunda tarde.

Talavante abría plaza con un burraco muy protestado en los primeros tercios por su nulo fuelle que agravó una lidia y el clásico porrazo contra el burladero de salida que lo deberían incluir en la lidia por lo que deprime al toro para toda la tarde el chocado contra las tablas.

Está claro que tanto el Equipo presidencial, que no tiene argumentos para devolver un toro con pocas fuerzas, como el propio torero querían mantener al toro en la plaza, créanme que si el torero pone de su parte es devuelto porque la paciencia del público estaba como la batería de los móviles, al diez por cien.

Pero alguna cualidad tipo nobleza vislumbraba el diestro que lo cuidó en la lidia hasta lo indecible para llegar al tercio de muleta justo… dejando destellos sueltos… cuando el toro no transmite sensación de peligro lo mismo son protestas que aburrimiento. Silencio sepulcral tras una contraria y baja de insulto. En el sexto Talavante por verónicas y chicuelinas ejecutó un toreo de capote que en otros diestros hubiese sido muy jaleado pero que no hay nada que desmerecer por la buena ejecución, banderillas emocionantes de Manuel Izquierdo El Fini con monterazo incluido y una faena broche entregada al público cumbre, el Talavante que siempre ha cautivado con una muleta poderosa y unos terrenos imposibles, los redondos de este torero están marcados con un compás escolar, perfectos, y la izquierda es su verdadero valor. Todo ello ante un animal más colaborador y noble que mantuvo el recorrido necesario, ni que decir tiene que la Banda de Música Maestro Dueñas y su trompeta hace el resto del cóctel perfecto. Dos orejas tras estocada pelín atravesada dejando el listón más que alto, de ley.

Una nota al cierre, en esta sociedad actual la falta de respeto a veces parece estar de moda y los griteríos desde el tendido sobran desde luego.