María Ferrer (Tribuna libre).- Luca es el nombre del bebé que os aparece en la pantalla del móvil que me robasteis el pasado domingo 30 de agosto a las once la noche junto al parque de El Juncal.

Luca es mi  bebé de tres meses. Sí, el  bebé  que iba en el carrito dormido cuando os abalanzasteis sobre su padre subidos en una moto negra para arrancarle la pequeña mochila de Harry Potter con un peluchito colgado. Sí, también es el bebé cuyo carro empujasteis y que no llegó a volcar en la carretera porque su padre pudo sostenerlo mientras le tirabais de la mochila. 

Llegábamos de casa de mis padres con nuestros dos niños. Para que el bebé se durmiese decidimos que yo aparcaría el coche en el parking subterráneo de nuestra casa mientras él le daba la  vuelta  al  edificio. Esos  paseos se los  damos tumbado en su capazo.

Afortunadamente aquella noche, como veníamos de la calle, iba en el cuco del  coche, atado. Si llega a ir tumbadito en su capazo como cada noche, se habría caído del carro a la carretera. Mi bebé de tres meses se habría caído de su capazo a la carretera.

Atacasteis a un hombre indefenso que paseaba a su bebé. Debéis de haber crecido con una absoluta falta de amor, cariño y aprecio para haber sido capaces de llegar a hacer algo así. Nadie os ha tenido nunca que querer lo más mínimo para poder haber podido desarrollar esa incapacidad para empatizar, esa humanidad que yo creía  intrínseca al ser humano para  comprender que ni veinte  euros, ¡ni  un  trillón! merecen la vida de un bebé indefenso, su salud o su integridad. Pero os dio igual. 



Siento rabia, impotencia y pena a partes iguales. Habéis tenido la maravillosa oportunidad de vivir, y habéis elegido vivir siendo escoria. Qué horrible debe ser despertarse cada día siendo vosotros. Pero a mi bebé no le pasa como a vosotros. Mi bebé ha nacido en una familia que le quiere infinito y le cuida. Una familia que le educará, le transmitirá sus valores, desarrollará su capacidad crítica, le enseñará a amar y empatizar.

Os llevasteis mi móvil y mi cartera. Para vuestra decepción, mi cartera no llevaba dinero. Y el móvil, un Iphone, de nada os servirá pues está bloqueado y ni lo podéis usar ni lo podéis vender. Ni siquiera por piezas, pues su pantalla no es la original. ¿Pero sabéis qué sí tenía  de valor mi  móvil? Todos los  recuerdos de estos tres meses de mi  bebé. Su nacimiento, su  crecimiento.  El video en el que su hermana lo ve  por primera vez. Su primer ajó. Su primera sonrisa. Sus gorgojeos. Me habéis robado mis recuerdos. Apenas he podido recuperar aquellas fotos que envié a mis familiares y seres queridos. Pero todo lo demás, toda la intimidad de nuestra familia, nuestros pequeños recuerdos de cada día, me la habéis arrebatado. Y eso es algo que jamás voy a poder recuperar.

Así que desde aquí hago un llamamiento en un intento desesperado por apelar por algún resquicio de bondad: si eres uno de los chavales que iba montado en aquella moto, por favor, echa el móvil en  cualquier buzón. La denuncia está  puesta y la policía tiene el código IMEI. Me lo devolverán. 

Si, por otro lado, conoces quién ha sido, por favor, hazle recapacitar. O haz tú mismo/a un acto de valentía y échalo al buzón. No me interesa saber quiénes sois, no busco castigo. Bastante castigo debe ser vuestra propia vida. Solo quiero recuperar los recuerdos de mis hijos, pues la seguridad y la tranquilidad de pasear por mi barrio ya la he perdido.

Aprovecho este espacio para agradecer a todos/as  los/as  vecinos/as que me han escrito, llamado o hablado para mostrarme su apoyo. Habéis sido muchos más de los que esperaba y nos habéis conmovido. Mi agradecimiento también a la Comisaría de Policía Nacional de El Puerto de Santa María por su cariño y atención cuando fuimos los cuatro de madrugada a poner la denuncia. Y, por último, gracias al padre de mi bebé por traérmelo sano y salvo aquella noche a pesar de todo.