Joselito el Gallo, el genial torero de Gelves es el protagonista del cartel en el que se anuncia la “gran temporada” taurina de El Puerto.
Proclama que ya fue usada por Justo Ojeda -al que se le añora-, para anunciar en el año 2002 lo que sí se podía denominar temporada, celebrándose nada menos que una docena de festejos. Pero Joselito fue más que una frase convertida en eslogan que quedó para la historia, y que a veces resulta ridículo referirse a ella, por la deriva que están tomando los entresijos taurinos en El Puerto, donde los últimos empresarios que han aterrizado, se han burlado de esta bella ciudad, y de los aficionados. Son los mismos que van a acabar con la fiesta, controlando el oligopolio que tienen tejido para beneficio propio y que han provocado hasta la retirada de Talavante, quien se plantó hastiado de vetos impropios de estos tiempos y de jugarse la vida para que otros llenen el zurrón.
Joselito tuvo una vida breve, como la “gran temporada”, y en sus años gloriosos donde en el toreo mandaban él y Belmonte, se obsesionó con que Sevilla, su Sevilla, tuviese una plaza de toros Monumental, en la que pudieran acomodarse más de 20.000 espectadores, y no cejó en su empeño hasta conseguir erigir el edificio en la antigua calle Monte Rey, hoy avenida de Eduardo Dato, en las afueras del torero barrio de San Bernardo. Pero hasta hacerse realidad, el sueño de José provocó una pugna de lobbies influyentes, en el que los maestrantes desempeñaron un papel protagonista, ya que mostraron su temor por la competencia que se iba a suscitar con el nuevo coso, y reivindicaban la exclusividad de la Real Maestranza de Caballería moviendo hilos para evitar su construcción, aunque finalmente el rey de los toreros se salió con la suya a pesar de provocarle más de un disgusto. No hay que obviar que el rey Alfonso XIII ostentaba el cargo de hermano mayor de la Real Maestranza y se supone que algo tuvo que contribuir para influir en las clases predominantes de la época.
Y se levantó la Monumental con gran dificultad, pues hasta se exigieron pruebas de carga fuera de lo normal en un intento a la desesperada de evitar la apertura del recinto, y que provocaron que aparecieran grietas en los tendidos. El tesón de Joselito -quien no desfalleció a pesar de los contratiempos-, supuso que finalmente en 1918 se inaugurara la plaza, y la Sevilla dual, la de la Macarena y la Esperanza de Triana, la de Concha Piquer y Juanita Reina, la del Sevilla y el Betis, acentuó su división con Joselito y Belmonte, de manera que en 1919 se celebraron dos ferias de abril, una en la Monumental y otra en el Real Maestranza por la que tomó partido el Pasmo de Triana. Pero poco tiempo coexistieron los dos edificios, ya que con la desgraciada cogida de Gallito en Talavera, en 1920 la Monumental decayó echando en falta a su principal valedor y mecenas, cerrándose a cal y canto hasta su abandono, ruina, y posterior derribo. El sueño de Joselito se apagó, aunque nos queda la plaza de Pamplona cuyo diseño es el mismo que el utilizado para la Monumental sevillana.
Y así hasta nuestros días, y El Puerto no iba a ser menos que Sevilla. Mucho se ha hablado y escrito sobre la “gran temporada”, con avances de carteles y de fechas, amagos de suspensión del ciclo, tiras y aflojas de empresario y Ayuntamiento, obras de urgencia, y hasta un cambio de fechas de la corrida prevista para este domingo día 4. Dicen los que entienden del tema, que esto ha sido motivado porque canal plus va a retransmitir en directo el festejo, y requería que se celebrase el 23 de agosto por razones de programación. En realidad desconozco los motivos reales del baile de fechas, aunque ayer se despejaron mis dudas. El señor Reverte se ha comportado como los maestrantes del siglo pasado. Desde hace mucho tiempo temió por la competencia que podía acarrear la celebración de festejos en el entorno. No, no hablo de los espectáculos que da Carmelo en Sanlúcar y el anuncio de los Victorinos, ni de la improbable recuperación de la feria de la vendimia de Jerez. Me refiero al cartel que ha salido a la calle para el 8 de agosto organizado una vez más por la Venta El Cepo. Sin duda, el mano a mano entre El Bimbo y El Pajarito, por mucho que se reproduzca, seguirá acaparando la atención de la afición. Y es que los señores de El Cepo pensarán que ya que en la otra plaza repiten a Manzanares y su correspondiente “Concha Flamenca”, por qué no reeditar el envite entre los dos becerristas portuenses. ¡Y por 40 euros con cóctel incluido! Lo siento mucho Reverte, pero en la placita del Arreijanal una vez más se pondrá el cartel de no hay billetes. Una vez más porque este es el verdadero sueño de esta afición, y no el de Calleja.