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Bután es un pequeño país enclavado en el corazón del Himalaya que ha mantenido su identidad a lo largo de los siglos. Su historia está marcada por la preservación de sus tradiciones, con un enfoque hacia el bienestar y calidad de vida de sus ciudadanos.

Es por ello por lo que es conocido como el “reino de la felicidad”; este hecho tiene su fudamento en un concepto arraigado en la cultura y la política del país: la Felicidad Nacional Bruta (FNB).

Esta idea fue propuesta por el cuarto rey de Bután, Jigme Single Wangchuck, en 1972, como medida del progreso del país, para así tener en cuenta factores más allá de los económicos.

Son importantes aspectos la salud mental, el bienestar emocional, el medio ambiente y el equilibrio espiritual. La idea es que el crecimiento material no debe de ser el único objetivo del país, sino que el bienestar de sus ciudadanos debe de ser prioritario.

Bután es un testimonio de la importancia de la espiritualidad y el bienestar humano en la construcción de una nación. Su legado deja una huella en el mundo. Un país que, a pesar de sus limitaciones geográficas y políticas, ha logrado mantener su independencia compartiendo con el mundo su sabiduría.

EL AGENTE DE LA FELICIDAD (2024). Hace años tuve la oportunidad de visitar una interesante y extensa exposición en el Rectorado de la Universidad de Granada (Hospital Real) sobre el Reino de Bután: costumbres, vivienda, sistema de vida, alimentación, aspectos antropológicos, la política (monarquía), paisajes, religión, etc.

Esta nación surasiática en pleno Himalaya está constituida por una sociedad que puede parecer extraída de un cuento y regida por una monarquía constitucional: La dinastía Wangchuck, el Reino de Bután. Un país interior, sin salida al mar y una cultura de tradición budista.

Los directores de este documento han trabajado y profundizado para conseguir una visión ajustada del país, de la denominada Felicidad Nacional Bruta (FNB), a través de historias personales, para mostrar una visión compleja, rica y veraz de este país.

El documental

Sensacional película-documento, llevado por los directores, el butanés Arun Bhattarai y la húngara Dorottya Zurbó. Ambos conocieron casualmente al protagonista Amber, un hombre de ojos expresivos y muy resuelto, y se sintieron inmediatamente atraídos por él.

Amber, de cuarenta años, es una agente cuyo trabajo consiste en estudiar el nivel de felicidad de la gente y medir el índice de felicidad (FNB) para el gobierno de Bután a través de 148 preguntas. Le acompaña en su Misión en su pequeño utilitario, Guna Raj Kuikel. Deben valorar la felicidad de 0 a 10. Zurbó explicó: “queríamos mirar más allá de las estadísticas del índice de felicidad y ver qué se puede medir y qué no en la vida”.

A veces hay respuestas como: “Soy tan feliz como el número de granos de arroz que tengo”, lo cual es calificado como un 7. O un granjero rico que presume de tener tres esposas y califica su vida con un 10. La esposa número uno también es un 10, aunque se ve claramente que ella está llorando.

Dicen que Bután es el país más feliz de la Tierra. Amber es uno de los setenta y cinco trabajadores gubernamentales que evalúan esa felicidad en términos matemáticos. El cálculo de la FNB se basa en aspectos materiales: número de vacas, cabras, ovejas, gallinas o tractores que se tienen, aunque esto no se aplica a la juventud urbana.

También incluyen en los cálculos criterios subjetivos como la confianza en los vecinos; la conciliación entre la vida laboral y familiar; cuándo lloró la última vez; sentimiento de soledad; si se siente deprimido; y otros.

Nadie se siente obligado a responder, y la cosa es un simple trabajo para Amber, más que un deber patrio. Muchos ciudadanos participan gustosamente, incluso para algunos es una cuestión de orgullo o una oportunidad para contar sus temores, los asuntos familiares íntimos o temas religiosos. Pero para otros, las preguntas son una molestia.

Aunque el filme comienza como un documental, su verdadero espíritu se revela a través del uso de herramientas dramáticas: primeros planos silenciosos, voces en off o el profundo deseo de Amber de que le den la nacionalidad, contraer matrimonio y tener hijos.

La película es más genuina cuando aparece Dechen, una bailarina de bar, una mujer transgénero; pocas son las preguntas de Amber pertinentes para ella pues su oficio es cantar y bailar en un club y por lo tanto no tiene animales de granja, ni tractor, etc.

El nivel de felicidad de Dechen es 3, el más bajo de la película. Las escenas de su relación con su madre enferma de cáncer son conmovedoras; hay un episodio en que ambas mujeres se hacen confidencias en un baño público. La película le cede el control narrativo a la trans, mientras habla de su historia familiar y de su desaliento permanente.

De otra parte, Bhattarai y Zurbó filman siempre que pueden la expresión de los afectos y emociones en los entrevistados. En ocasiones esa expresión afectiva se hace a través de tomas de la naturaleza y de la música melódica de Ádám Balázs.

Amber es étnicamente nepalí (Bután tiene una historia de rechazo a los nepalíes), y su sentido de pertenencia depende no solo de una noción cultural, sino sobre todo de la política y del papeleo. La aspiración máxima de Amber es que el rey le conceda la nacionalidad butanesa, necesario para casarse legalmente.

Sin nacionalidad está en un limbo administrativo, no puede obtener pasaporte ni regularizar su situación. Él cuida de su anciana madre, pero hay una parte de la historia en que conoce a una muchacha por las redes. De buena gana habría acompañado a la bonita amiga que ha decidido viajar a Australia. Pero no le es posible salir. Insólito, pero es así, no tiene pasaporte.

En este punto vemos una sentida danza en medio de la naturaleza, sobre una colina, interpretada por Amber, dando rítmicas vueltas, con movimientos ondulantes y sentimiento a flor de piel, después de llevar a su chica al aeropuerto rumbo a Australia junto a una tía. Ambos han quedado enamorados.

Aunque vemos la tendencia a medir la humanidad, con demasiada frecuencia se reduce a un número. El resultado es a la vez tranquilizador y pretendidamente humanizador, y también capcioso.

En toda la trama hay una porción de crítica y de cuestionamiento. En la parte última podemos ver a grupos de gente hablando coralmente y diciendo cosas que dan que pensar, para bien o para mal: “Me gusta nuestro rey porque teje buenas relaciones con otros países”. “Tenemos todo lo que tienen otros países”, etc.

La cámara también sigue a Amber Kumar Gurung, infelizmente soltero a sus 40 años, infelizmente apátrida, que reflexiona sobre su soledad, que ha dejado escapar a una bonita mujer por no tener papeles.

Al final, en los títulos de crédito, aparece escrito en pantalla con letras mayúsculas:

“SEGÚN LA ENCUESTA DE LA FELICIDAD NACIONAL BRUTA REALIZADA ESTE AÑO, EL 93,6% DE BUTANESES SON FELICES. HAY UN INCREMENTO DEL 3,3% RESPECTO AL AÑO PASADO”.

Revista ENCADENADOS

 

BUTÁN: EL CAMINO MEDIO A LA FELICIDAD (2007). Un documental sobre el reino himalayo de Bután y su política de desarrollo de la "Felicidad Nacional Bruta". El concepto de tomar "el camino del medio" está arraigado en la cosmovisión de Bután con un mensaje simple: la felicidad está en el camino medio. Ni excederse en los placeres del mundo ni rechazar la bondad del mundo puede conducir a una sociedad próspera y pacífica.

Dirigido por Tom Vendetti, este documental de 57 minutos tiene un guion de John Wehreim que profundiza en sus aspectos temáticos, estéticos y filosóficos sobre el reino himalayo y su política de desarrollo de la felicidad.

Bután es un país que tiene un interés mundial por su particular enfoque del desarrollo. En lugar de medir el progreso por la variable Producto Interno Bruto (PIB), Bután utiliza el parámetro “felicidad” (FNB).

En este documento presenta este enfoque de pensamiento como alternativa al modelo económico que domina en el mundo, y lo hace desde una óptica profundamente espiritual, influenciada por el budismo tibetano.

Magnífica Fotografía de Robert Stone, John Wehrheim y otros, que aprehenden con sensibilidad los paisajes montañosos, los monasterios y la vida rural del país. Destaca igualmente la banda sonora de Christopher Hedge, que subraya el tono meditativo del documental, con sonidos que evocan paz y contemplación.

La Felicidad Nacional Bruta (FNB), se explica, está basada en cuatro pilares: Desarrollo socioeconómico sostenible. Conservación ambiental. Preservación cultural. Buen gobierno. El documental muestra cómo estos pilares se integran en la vida de los butaneses, desde la educación hasta la agricultura.

Uno de los conflictos más interesantes del filme es la tensión entre la apertura al mundo —con la llegada de la televisión, internet y el turismo— y la preservación de los valores tradicionales. Sobre si Bután podrá mantener su identidad sin sucumbir al consumismo global.

Obra que invita a reflexionar sobre nuestras prioridades como sociedad. El valor de esta cinta es que muestra que existen modelos alternativos de desarrollo centrados en el bienestar humano y la armonía con la naturaleza.

Documental completo: