Pocas veces un solo nombre encierra tanto, y este es de esos nombres. No desconocido para mí, pero solo desde hace ya algunos años cuando lo vinculé  al mundo cofrade, sin embargo, desconocía su profesión, de la cual, también me enteré cuando coincidí en más de alguna ocasión con él. Sin que fuera su amigo, pues el tiempo no me dejó pasar de mero conocido, comencé a admirar su dedicación, y, sobre todo, el que fuera sal de tantísimos platos.

Jamás coincidí con alguien que hablara mal de él, en vida, pues hablar bien de quien no está, es fácil. Persona que sabía estar con quien fuese sin causar quebranto, siempre con la palabra adecuada, y con la entrega propia de quien disfrutaba con todo lo que hacía, incluido su trabajo, a veces, agradable, y a veces no. Aun así, a pesar de su difícil tarea, y sin romper su profesionalidad, supo ganarse el afecto de todos.



Doy gracias a Dios por haber coincidido con él en pocas ocasiones, que fueron más que suficientes para ver lo gran persona que era. Ejemplo de ello quizás fuera su despedida, en donde la emoción se repartió por igual entre las muestras de respeto y cariño de sus compañeros, y las lágrimas de sus hijos y hermanos del costal.

No soy quien para juzgar si la vida es justa o injusta, pero, como en otras ocasiones, incomprensible si es, y mucho, sobre todo a la vista de los que nos quedamos recordándolo. Ahora, cuando todo acaba, aquí, pues seguro estoy de que continuará en algún otro lugar, siento la rabia, rabia por ver como personas que tanto aportaban se tienen que marchar, rabia por no haber compartido más momentos con él, rabia por el dolor que causa a las personas que lo admiraban, sobre todo la de  aquel que sigue, pues siempre estará con él, sus pasos más de cerca.

La vida sigue, y al igual que hemos seguido caminando con la falta de algún que otro ser querido, amigo, conocido o persona allegada, lamentablemente, todo seguirá igual, pero sin él, y estoy seguro de que algunos lo sentirán más que otros, aquí, con lo ocurrido, solo gana uno, solo uno, el que se lo ha llevado a su lado, y por algo será.

Por mi parte, desde el más egoísta de los recuerdos, de forma personal, propia, y sin que signifique nada más que el propio sentimiento, espero que cuando hayas llegado, le hayas dado de mi parte un fuerte abrazo a mi amigo, y tu amigo, Miguel... El Gitano no sabe lo que ha hecho juntándoos a los dos allí arriba. Nos vemos en el cielo, bueno, si Él quiere. Un abrazo.