Cuando ya las redes se inundan de la ruinosa situación del centro, con vivos ejemplos de fachadas abandonadas, aceras intransitables, maleza inundando, cual futuro distópico y apocalíptico, la ciudad, haciendo de ella una autentica jungla amazónica, llega el turno de las plagas, como en el antiguo Egipto, siguiendo un patrón político de sana oposición. Al parecer, la desmedida ambición de algunos, que gastan lo público en el placentero enriquecimiento personal,  unido a la invasión botellónica plagada de ensordecedor ruido, atrae a cucarachas y roedores de desmesurado tamaño, cual gatos.

En un claro intento, exento de repercusión, para desalentar a visitantes, ahora, gracias a cívicos parapollas, se alerta de la presencia, que va en aumento imparable, de ratas, con fotos al mas puro estilo de la miniserie “La Peste”, y en donde solo falta la foto de ratas devorando el cadáver de tiernos infantes. Esto que nos podría parecer desmesurado, no es más que la autentica realidad, pues no hay noche en la que, saliendo a pasear por el centro, no encuentre a las mismas sobre las basuras acumuladas, o rondando las terrazas al acecho de las sobras de comida, que por supuesto, los irresponsables meseros arrojan al suelo.



La decadencia se apodera de está ciudad, y ni mágicos flautistas podrán impedir que, tarde o temprano, la ciudad sea declarada en cuarentena, evitando la entrada de turistas o bien se decrete la evacuación de toda la ciudadanía. Como es natural, hay responsables de estas cosas, siendo, claramente, aquellos que, debiendo controlar las plagas, se pierden en la fiesta y la lujuria sodómica.

Que pena de ciudad, abandonada, sumida en el vicio y la depravación, en manos de irresponsables sin cabeza, y todo, todo, por culpa de las mentiras y la falta de raciocinio de personas con derecho a voto. Quizás sea necesario que volvamos a ser lo que fuimos, que toda persona de la que se sospeche un voto inútil, sea privada del mismo, y solo puedan votar aquellos que acrediten un desmedido civismo, o con carnet o bien cinco publicaciones, con soporte documental acerca de las muy muchas deficiencias de una ciudad perdida en el vicio, la corrupción más desvergonzada, y la perdida de los valores morales de Don Pelayo.

En fin, toda ciudad tiene sus problemas, nunca nada es perfecto, y, por supuesto, nunca podrá llover al gusto de todos, pero no podemos olvidar, que, donde vivimos es nuestro hogar, y nadie, cuando recibe visitas en su casa, le enseña el inodoro después de soslayarse, a ser posible varios días,  para demostrar al visitante la mierda de casa que tiene… aquí, hemos llegado al punto de sentir orgullo de enseñar más esas mierdas que las fotos de primera comunión de nuestros seres queridos.