Las elecciones municipales de este 28M han dejado claros vencedores y vencidos. El contraste es atronador, con un Germán Beardo que ha arrasado haciendo historia obteniendo 14 concejales y la mayoría absoluta. Mientras que por el otro lado tenemos como principales fracasados a David de la Encina (PSOE) y a Javier Botella (Unión Portuense). [De la Encina: fracaso, dimisión y urgente renovación en el PSOE]
En lo que se refiere a Javier Botella, su proyecto Unión Portuense ha acabado disuelto cual azucarillo consiguiendo tan solo 2 concejales (uno más que en 2019), cuando en petit comité se esperaban un número muy superior, “ser la gran sorpresa del 28M”.
De hecho, Botella esperaba gobernar con quien fuera "menos con el PP de Germán Beardo", tal y como el propio Botella -"ni de izquierdas ni de derechas", según él- aseguró visiblemente nervioso en un debate electoral en 7TV días atrás, en todo un patinazo estratégico que a más de uno de su entorno le hizo llevarse las manos a la cabeza.
Precisamente esa indefinición del proyecto de Botella, convirtiéndolo en todo un Frankenstein de la política, es lo que no ha calado entre los votantes que ven en Unión Portuense una mezcla totalmente ilógica de perfiles más propios algunos de Podemos, otros animalistas y hasta taurinos reconocidos defensores a ultranza de la tauromaquia. Quien mucho abarca poco aprieta, se suele decir. Y es que, está claro, no se puede pescar en todos los caladeros con un mismo barco.
Esa mezcolanza disfrazada como falso "municipalismo" es lo que ha hundido el barco de Unión Portuense incluso antes siquiera de partir de puerto. Y es que, si a ese modelo de equipo le sumamos un capitán como Javier Botella, conocido políticamente por sus ideas vinculadas a la extrema izquierda, pues el resultado está claro... no ha conseguido atraer ni a los votantes de izquierdas ni a los de derechas, se quedó en tierra de nadie y con el barco haciendo aguas.
Ahora claro, Botella alega como ridícula excusa que lo que ha hundido su barco no ha sido el "efecto Beardo" o el "efecto Calleja", sino que todo se debe a la "ola nacional que favorece al PP", que no se la vieron venir. Siempre hay alguna excusa a mano.
Sin duda, por muchos disfraces de Carnaval o de cura que se ponga Javier Botella, o por mucho que trate de controlar su reconocida falta de talante y su sobrada chulería -con momentos vergonzosos y barriobajeros en los plenos-, a pocos portuenses engaña ya.
Por más que Javier Botella se disfrace con traje y corbata, vaya a misa, a foros cofrades y taurinos, o se oculte tras unas nuevas siglas políticas, todos conocen en El Puerto de Santa María quién es este personaje, de dónde viene y cuáles son sus verdaderos ideales e intenciones.
Hay que recordar que Javier Botella lleva desde 2015 dedicado a la política en El Puerto de Santa María, tras formar parte del gobierno tripartito (con Levantemos, marca blanca de Podemos en 2015 en El Puerto) con su defenestrado socio David de la Encina, del que se espera que dimita este martes, se opuso frontalmente a la construcción de los parkings subterráneos para años después -tras haberlos boicoteado para llegar al poder- aparecer proponiendo que fuera el propio Ayuntamiento el que terminara la obra aportando 7 millones. Siendo esto algo imposible de realizar, y no siendo más que una muestra más de su populismo barato.
De hecho, si por algo se le ha conocido a Botella en estos cuatro años en el salón de plenos -más allá de por su falta de educación en muchos momentos- es por ese mismo tipo de acciones populistas y sus salidas de tono. Haciendo un copia y pega de mociones presentadas en otros ayuntamientos y trayéndolas sin pudor alguno tal cual a El Puerto, aún sabiendo que la mayoría de ellas son irrealizables. Puro disfraz populista.
Finalmente, y por suerte, la realidad ha puesto en su sitio a Javier Botella recibiendo todo un baño de humildad, mientras sigue obsesionado con el alcalde Germán Beardo al que trata torpemente de imitar, convirtiéndose en una triste marca blanca de éste respecto a sus formas de copiar su estrategia comunicativa en las redes sociales... aunque con escaso éxito y marca Hacendado-Podemos.
Quizá vaya siendo hora de plantear nuevos horizontes en Unión Portuense con un futuro líder o candidato/a sin cargas pasadas ni hemeroteca maldita, más allá de Javier Botella (que lleva más de 8 años viviendo de lo público), definiendo bien su modelo de ciudad y propuestas.
Todo ello dejando atrás ese absurdo batiburrillo de perfiles que más que complementarse se anulan, y que ha llevado a la confusión de su electorado que nunca entendió de qué iba disfrazado el proyecto político de Unión Portuense.