Siempre consideré que el nuevo año comenzaba después de Reyes, al fin y al cabo, el 1 es fiesta, el 2 se descansa, el 3 y el 4 se compran los últimos detalles, y el cinco cabalgata. Confirmo que realmente la producción, el trabajo, y el volcarse sin distracciones empieza después del día de Reyes.
Así las cosas, comienza un nuevo año, sin sentimientos fraternales y perdón general para todos, en donde la normalidad se adueña de nosotros.
El año que comienza, para nuestra desgracia, se presenta, si cabe, más duro que el anterior, cargado de más impuestos, cargado de leyes absurdas, como la de Sevilla de multar a quien busque en la basura, o sea, una persona sin recursos, y sin dinero para comer, que busca alimentos en la basura, será multada… y pagará la misma con… absurda e inmoral norma.
Los precios seguirán por las nubes, porque la cadena de subir impuestos repercute, al final, en los últimos consumidores. Eso sí, los sueldos de los políticos estarán garantizados, y si no, ya se encargarán de garantizárselo, se quede la falta donde se quede.
Por otro lado, las políticas sociales seguirán tendiendo a la compra de votos, repartiendo dadivas, muchas veces necesarias, y en donde el mensaje será que es mejor vivir del estado que trabajar, al fin y al cabo, las ayudas son más altas que las pensiones.
La luz y la gasolina, necesaria para la producción y el trabajo, como nueva forma de recaudación, seguirán al alza, y es que, nuestro modo de vida precisa de más y más dinero para un estado democrático y social, en donde el ahorro ha dejado de tener sentido, excepto para la clase dirigente.
Un nuevo año plagado de paternalista protección que nos hace soñar con una invasión extraterrestre que ponga orden, porque la nueva forma de vida no es solo exclusiva de España, sino de todo un orden mundial en donde se han perdido los valores… y el norte, porque si hay personas que pueden pagar 45.000 euros por una botella de licor, y conducir coches de 100.000 euros y otras que las pasan canutas para pagar la luz, mientras otras viven del estado, algo falla, y falla esa clase media que se está perdiendo y aguanta el peso del estado.
La oligarquía formada por políticos, deportistas y artistas que se permiten gastarse el sueldo de un año en una comida, sin aportar ni riqueza ni nada a la sociedad, domina un mundo que los toma como ejemplos a seguir dentro de su miseria, y que obliga a otros a seguir esclavizados para mantener un sistema que nada les aporta.