Hablar de Ronaldo Luiz Nazario da Lima, es hablar posiblemente de uno de los mejores delanteros de todos los tiempos, para muchos incluso el mejor rematador de la historia, solamente las gravísimas lesiones que sufrió impidieron que su ya de por sí enorme leyenda, fuese todavía mayor.
Destacar una temporada en concreto de “Ronnie” es difícil porque incluso cuando volvía de sus terribles lesiones su rendimiento incluso mejoraba, como por ejemplo en el Mundial de Corea y Japón, donde sus goles llevaron a Brasil a conquistar su quinto Mundial, doblete incluido en la final.
Pero si hemos de destacar una temporada para enmarcar fue la primera y única que vivió en el FC Barcelona. Sus actuaciones y sobre todo sus goles en el PSV le valieron para fichar por el club catalán dos años después de su llegada a Europa, concretamente en la temporada 96-97.
Esa campaña fue espectacular, 47 goles en 49 partidos casi resumen a la perfección las cualidades del delantero brasileño. Marcó goles de todas las facturas, sus desmarques y su velocidad hacían que los rivales en muchas ocasiones tan solo pudiesen salir en la foto cuando estaba a punto de definir.
Uno de los primeros que lo pudo comprobar en primera persona fue Delfí Geli, por entonces en las filas del Atlético de Madrid. En la Supercopa de ese año Ronaldo le hizo un espectacular regate que se conocería como la “elástica” pero su aportación no quedaría ahí. En la ida, marcó dos tantos, para abrir y cerrar el contundente 5-2 con el que se impuso el club catalán. Pese al 3-1 de la vuelta Ronaldo levantaba nada más llegar su primer trofeo como barcelonista.
En la Liga pese a su espectacular rendimiento donde acabó con 34 goles y máximo goleador del torneo, el equipo acabó en segunda posición por detrás del Real Madrid.
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Aunque no podemos dejar de mencionar aquel partido en Compostela, en el antes conocido como Estadio de San Lázaro. Era la jornada 7 y Ronaldo marcó quizá uno de los mejores goles de todos los tiempos. Cogió la pelota en el centro del campo y comenzó una cabalgada en la que fue dejando a todos los jugadores del cuadro gallego por el camino a pesar de los intentos de estos de hacerle falta, la potencia de Ronaldo le permitió seguir hasta plantarse solo ante el portero Fernando y definir con su clase habitual, Robson se llevaba las manos a la cabeza, y el gol quedó grabado a fuego en la retina de todos los aficionados al fútbol.
Esa temporada Ronaldo se acabaría llevando a sus vitrinas también la Copa del Rey tras vencer en la final 3-2 al Betis y la Recopa de Europa tras imponerse en Rotterdam al PSG con un único tanto suyo.
Sin embargo, tras esta espectacular temporada las negociaciones para su renovación no llegaron a buen puerto y acabó fichando por el Inter de Milán.