“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

Se ha ido Alain Delon, un símbolo del cine europeo y universal del siglo XX. Ha fallecido a la edad de 88 años este pasado 18 de agosto de 2024. Nuestro actor tenía importantes problemas de salud.

En junio de 2019 sufrió dos derrames cerebrales que mermaron su movilidad, a ello hay añadir la pérdida en 2021 de Nathalie Delon, la madre de su hijo Anthony, a la que estuvo muy unido, a pesar de una ruptura muy dura.

En estas líneas, quiero hacer mi modesta despedida.

Nació en Sceaux, Altos del Sena, en 1935 y su infancia estuvo marcada por el divorcio de sus padres cuando contaba cuatro años. Fue criado por una familia de acogida. También estuvo interno en un colegio católico y fue a varios colegios más de los que era expulsado por su comportamiento rebelde. A los 17 años se alistó en el ejército y participó en la Guerra de Indochina.

Alain Delon tenía una cualidad que le distinguía de los demás y de tantos actores, era hipnótico, seductor, hechizaba desde la pantalla, lo cual le permitió trascender un poco más allá. Era una de esas estrellas que había nacido para mirar a la cámara y ser rodado y poseído por ella.

Al lado de su arrolladora presencia, su aire rebelde, su fama de conquistador, e incluso sus escándalos, se escondía un actor de envergadura que se lució con directores de la talla de Luchino Visconti, René Clément, Michelangelo Antonioni, Lino Ventura o Jean-Pierre Melville.

Fue descubierto a los 20 años en el Festival de Cannes por un cazatalentos del productor norteamericano David O. Selznick, quien le ofreció un contrato. Pero Alain decidió comenzar su carrera en Francia, para lo cual fue decisivo el nombre de Yves Allégret, con quien debutó en Quand la femme s’en mêle (1957), de Yves Allégret, con Edwige Feuillère.

El cine francés encontró en él a una gran estrella en su mirada azul con Débiles mujeres (1959) de Michel Boisrond. Delon lo tenía todo para triunfar; guapo, con carisma y fama de díscolo.

Alain Delon logra su propia identidad y su particular perfil con películas como A pleno sol (1960) (la comento abajo), de René Clément.

Delon trabajó también para Luchino Visconti y su primer trabajo con él fue Rocco y sus hermanos (1960), obra cimera del neorrealismo italiano, un drama sórdido que refleja el desamparo de una familia obrera en la próspera Milán, una perturbadora epopeya, que ganó el Premio especial del Jurado en el Festival de Venecia con Delon como el inocente Rocco.

Vendrían luego, una vez en la cima de su carrera: El eclipse (1962) de Michelangelo Antonioni al lado de Monica Vitti; y El Gatopardo (1963), de Luchino Visconti (Palma de Oro en el Festival de Cannes).

Luego, Gran jugada en la Costa Azul (1963), de Hanri Verneuil, donde llegó a ser el actor mejor pagado del cine francés. Francia se le quedó pequeña y firmó un contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer para hacer cinco películas, experiencia que le resultaría decepcionante.

Acabando los sesenta protagonizó Los aventureros (1967) de Lino Ventura y la gran obra: El silencio de un hombre (1967) de Jean-Pierre Melville, encarnando al asesino Jeff Costello.

Sus papeles de asesino a sueldo metódico y de fría mirada pasaron a ser ejemplos para la gran pantalla. Recordamos en tal sentido obras de Jean-Pierre Melville como Círculo rojo (1970) y Crónica negra (1972).

Participó en una de catástrofes como Aeropuerto 79 (1979), de David Lowell Rich. También interpretó a Julio Cesar en Astérix en los Juegos Olímpicos (2008), de T. Langmann y F. Forestier. Probó en el mundo de la música y se dejó ver con estrellas de la TV tipo Raffaella Carrá.

Junto a Jean-Paul Belmondo, compañero y cómplice, fue la gloria nacional del cine francés en el apartado masculino. Ambos participaron en cintas como: Una rubia peligrosa (1958), de M. Allégret; Amores célebres (1961), de M. Boisrond; ¿Arde París? (1966), de René Clément; Borsalino (1970), de Jacques Deray; Las cien y una noches (1995), de Agnés Varda; Uno de dos (1998), de Patrice Leconte; y Los actores (2000), de Bertrans Blier.

Alain Delon cobró notoriedad también por sus mujeres. Una actriz principal en su vida fue Romy Schneider con quien rodó Amoríos, de P. Gaspard-Huit; un año después se comprometieron. Pero esta relación se vio enturbiada con líos de faldas de Delon.

Con Romy Scheneider-

Así y todo, la pareja Delon-Schneider alimentó películas sensuales como La piscina (1969) de Jacques Deray, con una historia rodeada celos, sospechas y secretos, brillante obra entre el drama psicológico y el cine policiaco, con elevada temperatura.

En 1963 se separa de la Schneider (con la que nunca se casó), y contrajo matrimonio con Nathalie Barthélémy en 1964, con quien tuvo a su hijo Anthony. Se separa de ella en 1968 y luego se uniría a Mireille Darc y Rosalie Van Breemen, con la estuvo casado entre 1987 y 2002 y con la que tuvo dos hijos (Alain Fabien y Anouchka), en los 90.

Ganó el César al mejor actor con Habitaciones separadas (1985), de Bertrand Blier y antes, fue candidato al César por sus trabajos en El otro señor Klein (1976), de Joseph Losey y Muerte de un corrupto (1977), de Georges Lautner. En 1995 fue reconocido con el Oso de Oro honorífico en la Berlinale y con la Palma de Oro honorífica del Festival de Cannes en 2019. En 2005, fue condecorado con la Legión de Honor por su contribución al cine francés.

Comento ahora dos películas importantes en su trayectoria.

A PLENO SOL (1960). Esta película nunca la olvidé. La vi de adolescente en una reposición en el Teatro Principal de mi ciudad, en un palco. De lujo. Pero el lujo verdadero fue descubrir, no digo a un excelente y jovencísimo –según lo veo hoy- Alain Delon, también a una bellísima y debutante Marie Laforêt, quien luego interpretaba hermosas canciones y que definitivamente me cautivó.

A mí la Laforêt me sedujo desde el primer momento, y eso que en esta peli trabaja también la simpar Romy Schneider, pero no sé, los ojos de la Laforêt son un punto y aparte.

En el filme, un seductor y caza fortunas de nombre Tom Ripley viene a Europa enviado por el señor Greenleaf. Su misión es buscar al hijo del millonario, un playboy de nombre Pfillip, un hijo de papá y todo un peligro, y llevarlo de vuelta a los EE. UU. A cambio, Tom recibirá cinco mil dólares.

El chico engaña a Tom, pues la realidad es que no tiene ningún interés ni intención de volver ni dejar a su prometida; por lo tanto, desobedece a su padre.

Se trata de interesante thriller con un sociópata Delon como Tom Ripley dispuesto a un crimen calculado con tal de alcanzar sus ambiciosas pretensiones.

Película psicológica excelente del gran René Clément que se mete de lleno en la profundidad del espíritu humano con un tempo narrativo perfecto y una puesta en escena opresiva y angustiante. Estupendo policiaco de excelente guion, destacado trío protagonista con la bella debutante Laforêt, un sensacional Delon que hace un gran trabajo encarnando al amoral Ripley, embarcado en un intento de crimen perfecto con el que cumplir su arribismo y sus ambiciones.

Se trata de una versión de la novela homónima de Patricia Highsmith, con un estupendo libreto del propio Clément y Paul Gégauff, que se convierte una cinta a la vez que luminosa, funesta y turbadora.

El reparto es genial con un magnífico Maurice Ronet como el playboy Philippe Greenleaf. Un Alain Delon de lujo como Ripley, siniestro y maquiavélico personaje, que le da aún más fuste a la cinta. Y a la vez, el filme cuenta con una hermosísima Laforet, una mujer bellísima que, como dije, me cautivó desde esta obra. Siempre me cupo la duda de cómo me gustaba más si como actriz o como cantante: “Viens, viens”; “Avant que ne vienne demain” y tantas otras canciones tan bellas como ella.

Fue un gran éxito del cine “noir” francés en su momento y hoy injustamente olvidada película que presentó cara al cine negro americano con la cara de Delon por delante.

 

EL SILENCIO DE UN HOMBRE (1967). El éxito de esta película convertiría a Delon en un sello del cine negro francés y su imagen fue explotada hasta la saciedad. Pero su presencia era impagable en cualquier producción con aspiraciones y Alain Delon ya estaba en un estatus que le permitía vivir de las rentas sin despeinarse, y eso fue lo que hizo hasta que se retiró de la vida pública.

En la película Jeff Costelllo, Delon es un frío, hermético y perfeccionista asesino a sueldo al que nunca han arrestado. A pesar de planificar muy bien sus crímenes, una noche, tras matar al dueño de un club nocturno, queda expuesto a la mirada de varios testigos. Por momentos se verá acorralado por la policía y otros personajes que le han traicionado.

Una excelente Dirección de Jean-Pierre Melville que hace una cinta importante de cine negro, desnuda formalmente, que se deviene oleada de resonancias dramáticas y situaciones muy emocionantes e incluso fatales y también románticas en los últimos minutos.

Muy bien escrito el libreto por el propio Melville junto a Georges Pellegrin (adaptando una novela de Joan McLeod). Música penetrante de François de Roubaix y muy acertada la fotografía de Henri Decaë en tonos ocres, muy acorde con el tema.

Sobresalen en el reparto un medido, circunspecto, elegante y atractivo Alain Delon como asesino a sueldo; Nathalie Delon efectiva en su rol de bella amante; Caty Rosier igualmente atractiva que hace un gran trabajo interpretativo como “femme fatale”, la pianista del cabaret; y excelente François Périer, como el astuto comisario capaz de vender lo que sea para conseguir cazar al asesino. Acompañando un equipo de actores secundarios meritorios como Michel Boisrond, Catherine Jourdan o Jacques Leroy.

Una obra cimera con el alma gélida de Delon en forma de thriller estilizado y profundo en el que el cine americano de gánsteres de los años 40 parece hibridar con el policíaco francés. Finalmente se convirtió en una pieza paradigmática de la cultura popular de los 60.

Al fondo de la historia la soledad del tigre en el bosque, como se lee en los créditos iniciales, símil de la soledad casi marchita de un hombre frente al final, ante la muerte. El samurai Costello (“Le samouraï”, es su título original), que Delon borda con un trabajo firme y sin cavilaciones.

Con una ejecución impecable, es sin duda uno de los mejores thrillers psicológicos que trata temas tan complejos e interesantes como la lealtad, el honor, la traición o la maldad.

Una película que atrapa desde el principio, atmósfera imponente, desde los silenciosos momentos iniciales hasta una impresionante conclusión que epata.