Javier Bello.- Hemos vivido la semana más lluviosa de lo que llevamos de año, que casualmente ha coincidido con la Semana Santa. Unas lluvias que todos esperábamos con mucha necesidad ante la sequía que está viviendo nuestra tierra, pero que los cofrades hubiésemos deseado se produjeran en otro momento, porque ha frustrado todos nuestros planes, quedando truncada la Semana Santa, como la gran mayoría de andaluces sabemos.
Las Hermandades portuenses se han visto afectadas por la climatología, de manera que algunas han tenido que sufrir cómo el agua hacía acto de presencia en sus itinerarios, otras se vieron imposibilitadas de realizar estación de penitencia por las fuertes rachas de viento y las restantes no pudieron llegar a abrir las puertas de sus templos debido a que las precipitaciones no cesaban.
Con todo, el recuerdo de la Semana Santa 2024 no debe ser triste, porque a muchos cofrades nos ha llevado a acercarnos a la Iglesia como no lo hacíamos desde años atrás, en la semana en que Jesús padeció la pasión y muerte para posteriormente resucitar.
Hemos tenido la oportunidad de vivir la Semana Santa solo desde dentro de nuestros templos, acercando a ellos a muchos cofrades, costaleros, nazarenos, acólitos, mantillas o personas que hacen penitencia al Santísimo: la lluvia ha conseguido que muchos portuenses se encuentren de frente con los sagrarios de sus iglesias y vivan de una manera más íntima y profunda la Semana Santa.
No me cabe duda que debemos agradecer el saber estar de nuestras Hermandades en unos días tan complicados para los cofrades, pues todas han dado ejemplo de que en las adversidades se hacen más grandes y demuestran que son entidades religiosas que, con sus titulares, evangelizan nuestras calles y que, si como ha ocurrido este año, no pueden salir de sus templos, nos hacen llegar a Dios desde los altares de sus templos en la intimidad de la oración, la eucaristía y la fe en Dios.