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Edvard Munch (1863-1944) nació en Løten, pequeño lugar al norte de Oslo, pero teniendo un año su familia se trasladó a Kristiania (así se llamaba entonces Oslo). Viviendo en la ciudad, Munch inicia su carrera como artista y pronto se separará de las tradiciones dominantes, lo que da muestra de su precoz genialidad.

Munch es clasificado como simbolista y como representante temprano del expresionismo, convertido en crucial movimiento modernista en los preámbulos de la primera parte del siglo XX.

En la década de 1880, muy joven, Munch rompe con el estilo el naturalismo, centrado en interpretaciones objetivas de lo observable, para incorporar en su obra la subjetividad, la introspección, capítulos existenciales que en él son centrales: la soledad (Melancolía), la angustia (El grito), la muerte (Muerte de un bohemio) o el erotismo (AmantesEl beso).

Hay, pues, una quiebra con el naturalismo en ese afán por expresar “las visiones más sutiles del alma”, lo que plasma en el lienzo en formas con grandes contornos. Fue innovador como pintor, pero experimentó también con nuevos medios como la fotografía y el cine.

Así, toca hoy: Munch (2023), de H. M. Dahlsbakken; y Edvard Munch (1974), de P. Watjins.

MUNCH (2023). Edvard Munch es sin duda uno de los más grandes artistas de la contemporaneidad. Un pilar del arte del siglo XX y una pieza clave del expresionismo noruego y europeo.

En su juventud sufrió el rechazo del emporio artístico y pasó por dificultades en su vida, trances y conflictos de carácter personal: el rechazo de la mujer a la que amó, la muerte de su querida hermana mayor y las adicciones al alcohol y otros tóxicos.

Nuestro pintor era un personaje poliédrico cuya problemática existencial utiliza el director noruego Henrik Martin Dahlsbakken (guion de F. Høyer, M. Herman y otros, historia de Dahlsbakken, sobre la autobiografía escrita por Munch), para zambullirse y construir un discurso sobre la naturaleza del arte, el dolor y el amor.

El filme es un largometraje con cuatro episodios entrelazados. Un grupo de cuatro escritores confecciona cada uno de los períodos más importantes y significativas del pintor, tomando las edades de 21, 29, 45 y 80 años, poco antes de morir. Un actor diferente en cada capítulo, interpreta a Munch.

La parte primera como pintor es cuando comenzaba a hacerse un hombre y preparaba una exposición en Berlín, momento en el que conoce al escritor August Strinberg, encarnado por la actriz Lisa Carlehed.

Se narra el anhelo del joven pintor por Milly Thaulow (Thea Lambrechts Vaulen), su auténtico objeto de amor, amor que no es correspondido ni se materializa, lo que definiría su destino de genio torturado que, además, quedó soltero toda su vida.

La parte de la mediana edad se desarrolla en una institución en la cual Munch permaneció de forma voluntaria. Allí departe sus ideas, sentimientos y reflexiones con su médico y terapeuta (Jesper Christensen) que trata a Munch (Ola G Furuseth), de 45 años, por una enfermedad mental que luego diagnostica como: "la ansiedad ineludible del genio".

Son, por momentos, escenas en blanco y negro, lo cual es muy acertado para contar las fases de un artista que se asoma al precipicio en su agitada vida. Y va intercambiando con su terapeuta sus meditaciones, a la vez que este le indica la necesidad que vaya abandonando la bebida.

“El arte es fruto de la dicha y de la tristeza. Principalmente de la tristeza”, murmurará más adelante Munch (Ola. G. Faruseth interpreta al pintor). Aquí vuelve a cambiar la estética y el tono de la película. Rodada principalmente en blanco y negro, estas secuencias de psicodrama muestran cómo Munch se enfrenta a sí mismo y a su pasado.

Hay un capítulo en el que Munch vive en Berlín y sufre una pública humillación que lo hiere profundamente, lo debilita y lo deja tambaleante. Estamos en 1892, pero su amigo Christian Krohg lo defendió sugiriéndole que pinte las cosas de una manera diferente a la de otros artistas, que vaya a lo esencial, por esta razón, las imágenes de Munch son, por regla general, incompletas.

El director Dahlsbakken decide audazmente introducir en esta parte artilugios y atuendos modernos como móviles y cazadoras de cuero. Munch como una estrella en ascenso en el mundo del arte berlinés con su contemporáneo August Strindberg (interpretado por una mujer, Lisa Carlehed).

Un enfoque más conceptual y abstracto en esta parte representa conceptualmente al artista (en vez de una semblanza literal), lo que posibilita que el espectador pueda palpar y entender mejor la turbulenta vida interior del pintor. Es una manera de enfocar la biografía más subjetiva.

El episodio último incluye al pintor ya en plena senectud, atrapado en una Noruega ocupada por los nazis y viviendo una solitaria vida de ermitaño en un caserón lleno de sus muchas obras y recuerdos. Aquí el protagonista es encarnado por la actriz Anne V. Krigsvoll.

Los episodios no son presentados en orden cronológico por Dahlsbakken, sino que salta de uno a otro, con cierta sensación de arbitrariedad. Pero todas las partes se interconectan y van creando un contexto y una figuración rica en matices y abierta a la interpretación del espectador.

Hace gala la película de un enfoque imaginativo del género biopic, demostrando que las ideas y las representaciones sensoriales, más que las literarias, escenifican mejor la personalidad del artista, más de lo que lo habría podido hacer una mera recapitulación de sucesos. De modo que la película es una convergencia entre la estética del pintor y una historia convencional.

El reparto, por cierto, está compuesto por actores y actrices muy valiosos y de excelente nivel como Alfred Ekker Strande, Mattis Herman Nyquist, Anne Krigsvoll, Ola G. Furuseth y Jesper Christensen, entre otros.

Atractiva música de Tim Fain y una depurada fotografía que va del color al blanco y negro de Oskar Dahisbakken y Pål Ulvik Rokseth.

El final gira alrededor del duende de Munch y de la inmortalidad de las obras de arte. Tal vez está descrito con cierta obviedad y sin duda habría valido la pena un abordaje con algo más de entrega y valentía. Sea como fuere, es una película muy interesante para adentrarse en la vida y obras de este genio del arte del pasado siglo.

Publicado en revista de cine ENCADENADOS.

 

EDVARD MUNCH (1974). Abundando en nuestro gran pintor, esta cinta es un drama documental que hace una semblanza apasionante del joven Munch. Los diálogos han sido tomados, como la anterior, de su diario íntimo.

Todos los personajes están interpretados por actores amateurs, lo que otorga al filme las características de un documental. 

Magnífica la dirección de Peter Watjins con un guion de su autoría basado en la mencionada biografía del propio Munch. Watinjs es un cineasta británico conocido por su estilo innovador y crítico, que mezcla ficción y realidad, y que utiliza actores amateurs para dar más autenticidad a sus relatos, Geir Wetsby, Gro Fraas o Ragnvald, entre otros.

Película muy elogiada en su momento que destaca por el retrato conmovedor, complejo y franco del artista atormentado y superlativo que fue. De igual manera, hace una detallada exploración de la textura, los componentes y la técnica de su pintura.

Muestra igualmente el contexto histórico, social y cultural en el que Munch se desenvolvió, marcado por la rígida moral luterana, la revolución industrial, el surgimiento del socialismo y el feminismo, y los conflictos políticos entre Noruega y Suecia.

Utiliza el filme un montaje intrincado que recupera y reitera una serie de imágenes recurrentes, tomadas de las obras o de los recuerdos de Munch, que plasman las obsesiones que pueblan su mente y le hacen buscar una expresión subjetiva y original.

La película, con sus 221 minutos, puede resultar excesiva para algunos espectadores, pero esta duración se justifica por la ambición de la propuesta, la riqueza de su contenido y porque al final, tenemos la sensación de conocer al artista en sus principales lineamientos.

Es una película remarcable que merece la pena verse para conocer mejor a uno de los grandes artistas de la historia contemporánea.