Si dar un paseo por el centro de cualquier ciudad debe ser motivo de orgullo por la historia de calles y edificios, hacerlo por el decimonónico casco viejo de El Puerto puede causar, además, una sensación tétrica al presenciar como innumerables inmuebles se encuentran en un estado deplorable.

El último caso más flagrante de la dejadez de sucesivos gobiernos -ojo, de todos los colores políticos- con nuestro patrimonio lo tenemos con el deterioro que padece el emblemático antiguo Hospital de San Juan de Dios que ya afecta al exterior de la iglesia, un edificio que es propiedad municipal pero que se nos cae a pedazos ante los ojos de todos. Pero hete aquí que tras años de abandono, y gracias a la concesión de unas subvenciones provenientes de fondos europeos, se abre un futuro esperanzador con la licitación para la redacción del proyecto en pro de la rehabilitación de esta construcción de gran valor y significación histórica y urbanística del siglo XVII. Aleluya.

Y es que se trata solo de una primera fase para consolidar la estructura del edificio con un plazo de presentación de ofertas que concluirá el 3 de octubre. Más adelante se adecuará para usos sociales y con sostenibilidad y eficiencia energética. Indudablemente son éstas magnificas noticias, no obstante hay que informar al ciudadano con claridad el porqué de este logro para la ciudad pues se están colgando ‘medallitas’ quienes no deben... Suele ocurrir en estos casos.



Ciertamente, de un año a acá, se denota que algo se mueve en el centro histórico, es decir, se están empezando a restaurar propiedades y pisos en pésimas condiciones aunque lamentablemente no sea para repoblar el corazón de la ciudad sino para convertirlo en el tan denostado de uso turístico: el nuevo cáncer que asola a muchas poblaciones que viven del turismo y otras que no tanto. Al César lo que es del César en este sentido pues es de agradecer este gesto por parte del Ayuntamiento aunque venga con muchos años de retraso pero lo del Hospital es distinto. Se trata de la ineficacia  de sucesivas alcaldías sin ideas hasta que ha tenido que ser una asociación  de ciudadanos preocupados quienes se plantearan darle una solución al asunto y solicitar ayuda al Estado.

Desde estas líneas, reconocer el esfuerzo que realiza Betilo (Asociación de Defensa del Patrimonio Histórico de El Puerto de Santa María) por intentar 'resucitar' un enfermo con el cual nadie asumía la parte que le corresponde de responsabilidad.

Ojalá hubiese más implicación por parte de muchos otros, y que la bonanza económica en forma de ayudas logre sacar a flote a otros tantos edificios ruinosos y acabe con toda esa penuria pero para eso también se necesitan políticos honrados y que amen la tierra que los vio nacer pues de otra manera nunca será posible la prosperidad.

En El Puerto, cuando no hay dinero, los edificios se hunden solos; cuando lo hay es peor, dejamos nosotros que se caigan.