De nuevo este verano será escenario del Puro Latino, el ojo del huracán, el centro de todas las miradas, la carnaza perfecta de los mormones ortodoxos de la pureza vernácula del santo capullo prendado en la hoz.

El escenario donde se subirán cantantes, de una talla internacional, ejemplos vivos de la diversidad, el respeto a la mujer y la lucha feminista, con letras inclusivas de mamita ponte perfecta que la tengo ummmm, ummm ummm.

El perfecto ejemplo de la España cínica y casposa de la nueva ideología que hemos heredado de los que hoy se lamentan de su organización. Como es natural, ningún cargo público en ninguna ciudad de España organizaría un festival de música española tradicional, si quiere contentar a sus ciudadanos, sobre todo a los más jóvenes. Se ven obligados a organizar festivales donde Góngora o Quevedo se quedan en pañales, son otros tiempos, son tiempos, como diría Maluma, de darte tres por la mañana y dos por la noche, y crece y crece, pero ojo, que dicho por aquí es violencia de género y un atentado contra la mujer, en fin, como él mismo dice, será porque le tengo envidia.

En fin, un festival que es, sobre todo, clásico y elegante, propio de una derecha rancia y casposa, ajena a los gustos de la nueva sociedad, defendida por, al parecer, gente cercana y progresista que se lamenta de que El Puerto se llene en verano de esa juventud que se emociona con letras cargadas de místicos cantos gregorianos.

Quizás este ayuntamiento se debería olvidar de gobernar solo para unos pocos, y hacer caso a quienes abogan por un Puerto receptor solo de clases magistrales de la Loyola, paseos en barca de elegantes remeros del Eton College, con recatadas señoritas con sombrillas, mientras pizpiretos jovenzuelos hacen picnics en las riberas del Guadalete. Yo soy mas de Raphael, un machista indolente; de los Inhumanos, y su Simca 1000; de Sabina con sus ojos de gata,  de gente que, con su público, no darían el espectáculo de un Puro Latino. Al fin y al cabo, se trata de hacer negocios y atraer turismo, no de imponernos una moral.