Ya casi estamos acabando, mi cuerpo casi es incapaz de seguir tomando jarras y jarras de rebujito, pero después de que unas hermosas señoras me enseñaran a bailar, ahora no paro, de beber y de bailar.

Me sorprende la capacidad de esta tierra para vivir con intensidad todo. La Navidad, los carnavales, la Semana Santa, ahora la Feria, todo en una perfecta armonía que me hace disfrutar sin comparar y sin saber con que me quedo. Nunca viví, desde dentro esta fiesta, y posiblemente, el año que viene me haga socio de la caseta en la que, al final, he terminado por convertir en mi hogar de Feria.

Siento que es importante saber a dónde ir, levantarte, desayunar, arreglarte, y marchar hacia el recinto ferial con rumbo fijo, a tu caseta. En ella me sentí acogido, para nada fuera de lugar, sino todo lo contrario, llego a mi casa, y cuando ya el cuerpo se rinde, me marcho, hasta el siguiente día. Cuando todo esto acabe, me sentaré a reflexionar sobre lo vivido, y aunque no es mi primera Feria, sí es mi primera Feria como portuense.

Mi amigo es como si no estuviera, pues con su rotunda negativa a beber rebujito, cuando son las cinco de la tarde ya no es persona, y lo tengo que mandar a casa en un taxi. Para mí, influido por él, gran detractor de esa bebida, comprendo que es lo mejor para pasar tantas y tantas horas, el calor, las vueltas, las horas alternando, serían imposibles si bebiéramos constantemente fino. Aguanto bien, pero me ayuda a pasar las horas. un verdadero espectáculo de alegría en el que, curiosamente, no he notado tensión política.

A veces, grupos de personas, de distinta ideología hasta han compartido un plato mientras exponen sus puntos de vistas, para acabar bailando o tomando otra copa. Un gran misterio, un misterio que me ha gustado, pero que comprendo que supone un coste enorme, tanto en el bolsillo como en lo que respecta a la salud. Hoy, cuando solo quedan dos días, mi cuerpo ya se resiste.  El baile, más alcohol, y un recinto acogedor, me obligan a ir de nuevo, con alegría, hasta el punto de que me sale, de forma espontanea un Viva la Feria de El Puerto de Santa María.