Tal y como hemos ido analizando las joyas del reino son todas imprescindibles pero ellos, las que descubrimos hoy son las esmeraldas verdes que luce la Reina en lo alto de su pecho.

Los clarines de la Reina abren la tarde poniendo los vellos de punta y su sonido llega a estremecer. Son aficionados , es un lujo poder disfrutar de un festejo a su lado y oír sus opiniones incluso su sentido del humor, pero ante todo son músicos porque no crean que es labor fácil tocar el clarín y su partitura al unísono y sin que nada suene fuera de lugar, lo que implica horas de ensayo y pulmón. Más de un siglo de historia tiene su figura, y créanme que lucir un uniforme de capitán general con cuarenta y tres grados es de héroes. Por cierto el de Juan necesita ya urgente un repaso del sastre real, ya caben varios Juan en su impecable uniformado. [Manuel Galán Quesada, aficionado y acomodador en la Plaza de Toros]



Son grandísimos aficionados, divertidos, una pareja real más que bien avenida y dejan el pabellón de sus predecesores más que alto. Tiemblan los toreros y partidarios cuando se les ve ascender por la escalerilla de sus aposentos, pues el temido aviso estará al caer. Ellos abren las puertas del reino con un toque largo y profundo que se sostiene sólo en el aire. Los cambios de tercio anuncian la antesala de algo por suceder siempre. [Milagros Teja Mancera, portera y acomodadora]

Para todos es más que importante hacer bien su función pero ellos ponen el corazón y el pulmón cada tarde. Juan y Juan Antonio suman ya varias décadas en el Palco, aficionados portugueses de toda la vida que no dudan además en acompañar con su presencia generosa y de solemnidad otros actos taurinos de la ciudad así como la venida de los Reyes Magos de Oriente cada año. [José Manuel Castillo Franco, responsable de la Capilla Real]

No hay palabras para definir los mal llamados clarines del miedo porque ellos lo que importan al festejo son la importancia, olor a tarde grande y a triunfos, y en los avisos sólo son recados presidenciales. Son la elegancia y la afición, el buen hacer y el humor, el arte hecha música y el clarín que corta el aire de los toreros, si ellos emplean el pulmón a su vez cortan la reparación de los de luces para orgullo y gloria de su Reina.