Luis Gómez Rodilla.- Esta pregunta cabe hacerse cuando observamos que fallan cosas del funcionamiento ordinario de la administración como que de pronto un día los funcionarios no tienen correo electrónico porque no se han pagado las licencias o que 40 coches de la flota municipal se quedan sin seguro por el mismo motivo, o que no se  pagan con regularidad algunas nóminas. Son cosas que deberían de funcionar con normalidad dentro de la rutina de la labor de la administración sin necesidad de que intervenga un político. 

Está claro que algo está fallando en nuestra administración local y no es la economía, ya que el Ayuntamiento tiene superavit y fondos en la caja. Una pista nos la puede dar el demoledor Informe que la Cámara de Cuentas de Andalucía emitió hace unos días y que se refiere a la gestión de año 2018. En ese documento se señalan una serie de deficiencias graves en el funcionamiento de la administración, como las irregularidades en las  retribuciones de los funcionarios, la ausencia de una Relación de Puesto de Trabajo y otras deficiencias en la organización que hacen que el Ayuntamiento no pueda  funcionar correctamente.

De la misma manera que el mantenimiento de la ciudad ha estado abandonado durante años, también lo ha estado el mantenimiento de la maquinaria municipal porque a lo señalado por la Cámara de Cuentas, se une el impacto del Plan de Ajuste Municipal que ha hecho que la plantilla municipal pase de 700 a 400 empleados pero sin orden ni concierto, con lo que han ido desapareciendo puestos de trabajo necesarios para el funcionamiento.



Y para rematar, el impacto de la COVID que ha disparado las ausencias por bajas laborales en los dos últimos años. Un Ayuntamiento, una administración cualquiera, tiene un nivel político que está para tomar decisiones; planificar, ordenar los contratos, decidir qué intervenciones son prioritarias en la ciudad…  Pero después hay un nivel de ejecución dirigido por altos funcionarios y organizado de manera jerárquica que debe ejecutar esas decisiones y hacer que se ejecuten  decisiones, se lleven a cabo los contratos, se pague a los proveedores, se  paguen las nóminas, se contrate personal, se administren los recursos económicos, etc.

Ahora las noticias de las cosas que dejan de funcionar  y que  nos van llegando con cierta regularidad, con independencia de que se vayan solventando los problemas, son claros indicadores de que la máquina no funciona. Noticias, que, por cierto, son recibidas como el maná por una oposición prácticamente inerte, e igual de inoperante que cuando gobernaba vio pasar todo eso durante años con indiferencia o incapacidad y ahora, con cinismo, se agarra como un clavo ardiendo a cualquier cosa para desprestigiar al gobierno que ha sacado a la ciudad del marasmo y parálisis a la que ellos la sometieron.

Ahora el reto para el gobierno municipal es solventar las deficiencias señaladas por la Cámara de Cuentas hace unos días, y reparar la maltrecha maquinaria municipal con los mimbres  que quedan. No es una labor sencilla porque para tomar medidas hacen falta precisamente los funcionarios que no están o están sobrepasados, y está claro que el  gobierno ya ha demostrado su determinación, firmeza y capacidad en la solución de  asuntos como la crisis de la huelga encubierta de la Policía Local. Al gobierno municipal no debe temblarle el pulso para que, al tiempo que sigue gestionando las mejoras de la ciudad, impulse un cambio radical en la administración municipal para hacerla eficiente y ponerla al servicio de la ciudadanía.