En el día de hoy se conmemora el 140 aniversario de la inauguración de la Plaza Real de Toros de El Puerto de Santa María. Sus vetustos graderíos han sido testigo de innumerables acontecimientos, de grandes faenas, eventos importantes, visitas regias, e incluso albergó la boda del conserje Joaquín Camacho y señora, entre muchas anécdotas y efemérides.

La plaza fue explotada por distintos empresarios, con luces y sombras hasta llegar a la decadencia en la etapa de Juan Reverte, el último empresario que no ha dejado buen sabor de boca a los aficionados.

Gloriosa fue la famosa cita de Joselito El Gallo, digna de un mosaico en el zaguán de la puerta principal, que describía lo que por entonces eran los días de toros en El Puerto, donde el ocio estaba limitado prácticamente al fútbol y los toros, y la movilidad –tan de actualidad en estos tiempos– se ceñía al vaporcito de El Puerto, a los trenes y poco más. Legiones de aficionados se daban cita en esta ciudad para vivir desde muy tempranas horas el día de toros al que se refería Joselito.

Por su ruedo han pasado todas las figuras del toreo de cada época, convirtiéndose en una de las citas importantes en el calendario taurino. Desde Joselito y Belmonte, pasando por Manolete, Dominguín, Puerta, Camino, Antonio Ordóñez, Paquirri, Espartaco… hasta los más actuales como Ponce, Tomás, Morante… reservaban en su temporada las fechas para venir a El Puerto. Y es que, siempre fue un coso muy del gusto de los toreros.

Hoy sin embargo, este aniversario pasará con mucha pena y con poca gloria, y no porque no haya un empresario cabal, que apueste realmente por la fiesta y por la plaza. Tampoco porque no haya un concejal al que se le vislumbran muchas ganas de recuperar el prestigio y la vida del coso. Pasará con pena porque vivimos un luto por tantos compatriotas que no han podido superar la pandemia de estos tiempos. Y con poca gloria, porque la fiesta está muy tocada. No han hecho falta los antitaurinos manifestándose a las puertas de las plazas, no. El coronavirus ha sido la excusa perfecta para que el gobierno deje tirados a los profesionales taurinos, y a todo el sector señalándolos como apestados, cuando la tauromaquia siempre ha sido una industria importante de este país.

Poco a poco están dejando morir a la fiesta. Parece difícil que este año se celebren espectáculos de cualquier índole. Si ya de por sí cada año menguaba la cifra de eventos taurinos, el famoso Covid y las medidas sanitarias han hecho el resto. Y como no podía faltar el puntillero que diera el cachete final, en ello están desde el gobierno para desgracia de la cultura de este país.

Solo me queda felicitar a los aficionados taurinos de El Puerto, tierra en la que resido por temporadas pero que la siento como mía. Brindemos por la efeméride, por la memoria de don Tomás Osborne Böhl de Faber –promotor de la construcción del coso– por los aficionados a los toros, y por todos los portuenses que bien pueden sentirse orgullosos de tan emblemático e histórico edificio.

Esperemos que pronto vuelvan a sonar los clarines. Que veamos por las calles esos carteles que anuncien “Toros en El Puerto”. Que se respire el ambiente taurino por cada rincón de esta ciudad. Que se viva el ambiente del día de toros. Y que se rememore cada tarde la famosa frase de Joselito. Mientras tanto habrá que esperar con la esperanza de que esto no se convierta en el Moulin Rouge. Salud para todos.