A hombros.

El pasodoble ha muerto. ¡Viva el espectáculo! Antes de sentarme a escribir la crónica me asaltaba la duda sobre cómo titularla. En un principio pensé en denominarla “el velatorio”, porque algunos duelos se dieron cita ayer en El Puerto. Pero dada la tarde triunfal que aconteció no era el titular apropiado. Y ya sabemos que en los duelos, antes se velaban a los difuntos, pero los nuevos hábitos han acabado con esa costumbre ancestral, y los finados son acompañados el mínimo de tiempo posible en una sala del tanatorio, y a casa a descansar que no estamos para pasar malas noches.

Como uno tiene ya sus años, sigue pensando con mentalidad antigua, y pude comprobar la defunción del tradicional pasodoble sustituido por bandas sonoras de películas. También hay que lamentar o alegrarse del óbito de los antitaurinos de El Puerto para mayor gloria de la fiesta.

Apenas una docena de animalistas se manifestaban por los aledaños de la plaza. Aquello parecía un velatorio -con su cabecera de duelo incluida-, pues no dan número ni para inscribirse como chirigota en el Falla. Debe ser que no llegó a tiempo la subvención.

“Juan Reverte y asociados, que aunque parezca increíble, aún no ha dejado de sorprendernos”
Y velatorio el que pudimos tener los aficionados al comprobar que la plaza se abastece con un alternador. Que una carpa como la montada en la entrada del coso tenga que tirar de un generador, entra dentro de lo previsible. Pero que todo un edificio histórico como la Real Plaza de Toros de El Puerto se abastezca de un grupo electrógeno, dice mucho de la nula solvencia de un empresario, Juan Reverte y asociados, que aunque parezca increíble, aún no ha dejado de sorprendernos en los dos años que lleva “gestionando” la plaza. Obviaré el culebrón de la celebración de la “temporada”; o los incumplimientos del contrato permitido por el Ayuntamiento; o el ninguneo a los toreros portuenses; o el maltrato a la escuela La Gallosina.

Tener que tirar de un generador no se ve ni en una plaza portátil, pues en esos casos, empresarios con menos boato y postín que Reyma tienen la previsión de programar los festejos a las cinco de la tarde lorquiana, para que la penumbra no les coja con el paso cambiado. Pero el señor Reverte ha retrasado treinta minutos la hora de comienzo de los festejos, en unas fechas en las que los días menguan, como la temporada, y como la poca credibilidad que le queda a este empresario. Si se llega a averiar el generador, no habría estado mal alumbrarse con velas, o mejor con las linternas de los móviles, y contribuir al concierto de Aranjuez o al solo de oboe de La Misión.

¿Quién dijo que Reyma no había programado conciertos en la plaza? Porque la banda de música que suena muy bien, no quiere entender que el interés está en el ruedo, y la música está para amenizar, y no para restarle protagonismo a los que se juegan la vida en el albero. Claro que parece ser que éstos lo agradecen porque en muchas ocasiones la melodía atiplada de estos músicos tapa las vergüenzas de algunos matadores, y contribuyen a esparcir la dosis de emoción que escasea en el ruedo. ¡Qué malaje la de Ponce!, que sacó a dar la vuelta al ruedo al conocedor de Juan Pedro, y no invitó al director de la banda a hacer lo propio, que se lo está ganando a pulso y ya le va tocando.

“Al maestro Dueñas jamás se le hubiera ocurrido introducir en el repertorio otra cosa que no fueran pasodobles”
Al maestro Dueñas jamás se le hubiera ocurrido introducir en el repertorio otra cosa que no fueran pasodobles. Es cierto que el gran director que fue don Francisco, era buen aficionado y no ansiaba salir a hombros de la plaza, ni necesitaba importar las costumbres del maestro Tejera. Le bastaba con ordenar tocar la música, mientras se embelesaba con las faenas en el delantero de tertulia, que es donde siempre se ubicaron los músicos en esta plaza.

Y entrando en materia meramente taurina, qué se puede decir de Enrique Ponce a estas alturas. Pues que podría estar toreando hasta con bastón, porque la dimensión de este torero no tiene límites, y es un maestro en todos los sentidos. Conoce y domina las suertes, entiende como nadie las condiciones de los toros, los soba y los mete en la canasta, y sabe perfectamente cómo calentar a los tendidos para indultar toros. No entraré sobre la idoneidad del indulto, pues hace mucho tiempo que perdieron la esencia, ya que les aseguro que por muchas crónicas que lean, en ninguna hablarán sobre el comportamiento de “Fantasía” en el caballo. La suerte de varas pasó a mejor vida, como el pasodoble, y buena vida se le presume al toro indultado, el de peores hechuras de la corrida y el más “lavado de cara” del encierro. No obstante, no hay que detraer méritos al maestro Ponce, quien sigue marcando una época dorada del toreo, enloqueciendo a los tendidos y demostrando el porqué sigue mandando en la fiesta. Y seguirá hasta cuando le dé la gana.

Morante de la Puebla.

Manzanares por su parte no consigue rematar sus últimas actuaciones en El Puerto. A pesar de la puerta grande, de “Orobroy”, y de las dos estocadas, el torero alicantino parece que no encuentra el sitio. Su primero fue el toro más bravo de la corrida, que no el más noblote –que son los que se indultan–, y es ahí donde los toreros de hoy se encuentran incómodos. Los toros bravos descubren a los toreros, y ya sabemos que estamos en agosto y los primeros espadas del escalafón están de ruta, y tienen que seguir sumando actuaciones. Le queda otra oportunidad en este largo serial donde es el único torero que hace doblete.

Morante de la Puebla no quiso apuntarse a la fiesta del “toros para todos”. No sé si le pasa algo, si los duendes se espantaron con tanto concierto musical, si el viento de poniente se los llevó a Los Toruños, o si de verdad al genial torero de la Puebla le revolotean en su cabeza fantasmas del pasado. La cuestión es que aunque en su primero estuvo con más ganas y se mostró algo más porfión, a su segundo no lo quiso ni ver, tirando por la vía rápida nada más montar la espada en la muleta. Que digo yo, que ya que el director de la banda de música estaba creativo, le podría haber tocado la marcha “Amarguras”. Esto sí que hubiese sido inédito, y no la fotocopia de La Misión y del Concierto de Aranjuez que ya fueron interpretados en la plaza de Gijón hace años. Solo faltó el fandango desde el tendido. La cabra la puso el ganadero y se la llevó al campo. Y del piano, ya se encargó la banda.

FICHA DE LA CORRIDA

Toros de Juan Pedro Domecq. Correctos de presentación para lo que es esta plaza, exceptuando el cuarto, cariavacado indultado por Enrique Ponce. Tres cuartos de entrada con viento de poniente que en ocasiones molestó durante la lidia.

ENRIQUE PONCE: Medio bajonazo (ovación y saludos); estocada simulada (dos orejas).

MORANTE DE LA PUEBLA: Pinchazo y media estocada (ovación y saludos); pinchazo y estocada corta (bronca).

JOSÉ MARÍA MANZANARES: Estocada (oreja); estocada recibiendo (oreja).