Ya casi nadie recuerda el Tenorio, los frutos secos han pasado a mejor vida, y nuestras costumbres y tradiciones han ido pasando a la memoria de los más viejos. Aún quedan nostálgicos inundando las redes con críticas a las bárbaras costumbres anglosajonas, haciendo memes tratando de ridiculizar una tradición, que sin ser nuestra ya está presente en casi toda la península.

El fenómeno no es de extrañar, ya que la gente más joven tiene dos salidas… o se viste de doña Inés y de Don Juan para pasear por la calle, o se dedica a las gamberradas, a veces sanas a veces no tan sana.

Pensándolo fríamente no hay color, y como es natural, la gente prefiere salir a la calle disfrazada y con ganas de juerga que pasarse la tarde llorando a los muertos. No creo que haga tanto daño como dicen, y mucho menos que la importación de una tradición extrajera vaya a acabar con nuestras propias tradiciones.

Nuestra tradición se agotó a sí misma, pero de cara a la galería. No habrá quien falte a rendir sus respetos a los difuntos, quien acuda a una misa, quien prefiera quedarse en casa… y por el contrario, habrá quienes aprovechen para organizar una fiesta, reírse de la muerte y festejarlo de otra manera. Nada tiene porque ser negativo o malo, y todo tiene su lado positivo, al fin y al cabo una celebración siempre es motivo de alegría para comercios y ciudades.

Cuestión bien distinta es cuando, bajo el amparo de una máscara, o buscando una justificación absurda, la gente se dedica más a joder al vecino que a pasárselo bien. Tirar huevos no creo que sea una tradición, más bien es una guarrada, una falta de respeto y algo de mal gusto, no es una tradición, es una grosería, un acto desafiante que en determinado lugar y en determinado momento pudieran tener un sentido que para nosotros es desconocido.

Así que visto lo visto, y a sabiendas de que es imposible poner freno a la diversión, más nos vale que hagamos de tripas corazón y aprendamos a que convivan difuntos y Halloween, sobrellevemos el día, y aprendamos, de una vez por todas, que cada cual puede hacer lo que considere oportuno, siempre desde el respeto al que pueda tener otra idea u otra tradición. Dicho esto solo resta esperar, aguardar y respetar, y que todos pasen un buen día de los difuntos o una buena noche de Halloween.