Suele pasar desapercibida, sus actividades, llenando espacios y lugares se nos olvida, y a pesar de ello, desde hace años, siempre está presente en nuestra vida cultural.
Poco sabemos de su historia y su grandeza, y cuando nos paramos a pensar, observamos que todos sus actos son gratuitos, detrás de los cuales hay el esfuerzo y la inversión de quienes la custodian. La Academia de Bellas Artes Santa Cecilia forma parte de nuestra historia desde el año 1900, y a veces, quienes aquí estamos, nos olvidamos de ella, pensando que funciona sola, como por arte de magia.
Recientemente me enteré que hace más de un año, los techos de escayola de sus escaleras se desprendieron, desde entonces, una malla los protege, sobre todo a los alumnos, la mayoría de ellos menores. Entonces surge la gran duda, quien debería arreglarlo, el ayuntamiento, en cuyas dependencias hasta no hace mucho tenía el museo, la Academia. Poco importa, pues con escasos recursos, sin subvenciones, y sin presupuesto, que pueden hacer.
El ayuntamiento, enfrentándose a una forzosa critica de quienes vigilan absolutamente todo lo que se haga con ánimo de criticar y poner sobre la mesa que hay mejores cosas que hacer… Un dilema de difícil solución y que, en mi opinión, se solucionaría si los actos, conferencias, y eventos que organice se les pusiera precio, con la consabida crítica de alegar que quienes se desvelan por la institución lo están para ganar dinero.
Quizás el esfuerzo de todos, incluidos quienes apoyemos a la centenaria institución desde fuera, la propia corporación, y ellos mismos, sea la solución, la clave para dignificar un sitio destinado a las artes, y que forma parte de nosotros.
Quién sabe qué ocurrirá, quién sabe qué nos deparará el futuro, y todos lo sabemos, al final tendrán que buscar y encontrarán, pero mientras tanto, yo me seguiré preguntando si no es más sencillo que mantenimiento del propio ayuntamiento adecente esos techos, algo tan sencillo como el adecentar el maravilloso jardín del que hable la semana pasa. Y es que a veces, lo más sencillo se burocratiza y empaña, prefiriendo el abandono a la actuación.
Esperemos que no ocurra como con tantas y tantas cosas, dejando de lado lo que más cerca tenemos hasta su colapso absoluto.