Me cuentan que hace muchos años en la playa de La Puntilla existían unas casetas que instalaban en verano. Cada ciertos tramos, unas instalaciones de hostelería se montaban para atender a las miles de personas que ocupaban esas casetas.

Me enseñaron fotos de aquellos pequeños cuartos en donde familias enteras hacían vida durante los meses estivales. Me deleité soñando con aquellos días, y sonreí escuchando las historias de quienes, algunos ya con nietos,  habían vivido aquellos veranos.

Las tertulias de sus mayores, las partidas de dominó, el camino de arena prensada y la larga marcha hacia la lejana orilla. Disfruté escuchando recuerdos de aquella vida pasada que no viví, y me acorde de mis veranos en Italia. Supongo que todo evoluciona, que se irían perdiendo aquellas costumbres, y que finalmente, cayeron en desuso.



Las nuevas normas, que existen en todos sitios, se irían endureciendo, la sanidad sería más exigente, y finalmente, observando las viejas fotos de esos años 60 y 70 veo como ha cambiado el paisaje.

Comienza mi nuevo verano en esta ciudad, aún queda, y mi temporada de playa, que consiste en acercarme cada mañana a darme un baño para luego buscar el frescor de mi casa para el almuerzo, si empezara en breve.

Me hubiera gustado conocer la ciudad en aquellos veranos, quizás hasta me hubiera gustado tener una de aquellas casetas, bien pertrechada para atender a mis amigos, o quizás, me hubiera aprovechado disfrutando en la de algún amigo.

Como decía, el tiempo evoluciona, pero sigo siendo un nostálgico, y cuando miro esas fotos, no puedo parar de pensar en la vida de entonces. Supongo que tendré que conformarme, adaptarme a lo que hay y disfrutarlo. Pero ahora, cada vez que me acerque a esa coqueta playa, miraré desde la orilla y mis recuerdos, basados en esas fotos, me harán ver las hileras de casetas, menos mal que aún queda ese magnífico bar, en donde suelo tomarme una cerveza antes de regresar a la casa, y al que con mayor frecuencia suelo acudir para ver la imagen de Cádiz y su bahía.

Disfruto de esa playa, como siempre, pero ahora la veo y la imagino con otro color, un color familiar y entrañable que me trae recuerdos de mi propia infancia. Pequeñas cosas que nos llenan de vida, pequeños recuerdos que nos alegra y nos hacen disfrutar de esta complicada vida.