Nunca fui más allá de aquellos lugares en donde solía tomarme una cerveza después del paseo por la puntilla. Es cierto que el paisaje me resultaba acogedor, pero a mi compañero no le gustaba aquella zona, prefería terminar calmando la sed, y volver por el precioso Paseo de los Enamorados.
Aquella mañana paseé solo, la curiosidad me llevó a continuar por aquel camino, del que solo sabía, por lo que me decía mi amigo, iba a Puerto Sherry y a los bares que tanto odiaba.
Me fascinó aquel lugar con marea tan alta que no se veía playa, pero creo que poca arena existiría en aquel mágico lugar, con los pinos a un lado y el mar al otro.
El día era claro, luminoso, agradable, y en poco tiempo llegue al puerto deportivo. La verdad es que estaba perdido, pero también me agradó, estar sin saber a dónde nos llevan los pasos es como la vida, en donde no sabes que te encontrarás.
Mi instinto me hizo seguir la ruta de las bicicletas, pues a algún lugar llegaría, y así se me abrió una ruta que bordeaba el pinar, y decidí seguirla. Un paseo tranquilo en el que después de no sé cuantos kilómetros, aunque no fueron muchos, salí a la avenida de la Libertad. Y ya, en una zona que me sonaba, comencé a buscar el centro.
Muchos reirán al escuchar estas palabras, pero cuando vives en una ciudad te acostumbras a tu zona de confort, en mi caso, al centro, y a veces, nos perdemos y no disfrutamos de lugares tan encantadores como los que conocí aquella mañana de este extraño otoño, demasiado caluroso para mi gusto.
Descubrí que la ciudad ofrece mucho más de lo que imaginaba, y aunque las fotos me ofrecen una vista de todos sus rincones, en ellas no era capaz de descubrir el verdadero sabor de ella.
Recorrí con mi mente los lugares por los que paseé, y he comenzado a tener una sensación más amplia de El Puerto, de sus distintas zonas, de cómo aun siendo una, hay muchas formas de vivir, muchos rincones, y muchas formas de vida que van más allá del centro, quizás, con el tiempo, decida ocupar alguna otra de sus muchas opciones y trasladarme, pues viendo lo que vi, me queda claro que El Puerto tiene mucho más que ofrecer, aunque me siga gustando el sabor del viejo centro.