Tercer texto de Lope de Vega en el XXXII Festival de Comedias, que vivió su último fin de semana entre altas temperaturas ambientales que nada tienen que ver con el ocaso de esta cita cultural hace años, cuando, rondando septiembre, ya era obligatoria una manguita larga.

El cambio climático no impidió, menos mal, disfrutar del Lope menos Lope, el de las comedias mitológicas, esas en las que aparecen figuras de la mitología griega o romana dando rienda suelta a sus potencialidades sobrenaturales y a sus capacidades extraordinarias.

Una veta muy diferente al de las obras de corte -condesas, criados, pesadas vestimentas y espadas dispuestas a desenvainarse por un quítame allá esa honra- esta delicia, El amor enamorado, que nos trajo MIC Producciones con ambiciosa y lograda dirección de Borja Rodríguez.



En más de una ocasión parecía que estábamos ante El sueño de una noche de verano, de Shakespeare,  maravilla redonda e irracional; pero no, era la pluma del Fénix de los Ingenios la que escribió un delirio fantástico cuya publicación y estreno, por cierto, no conoció en vida su autor.

La excelente adaptación de Fernando Sansegudo, que, sin embargo, no logró conectar con el público en las casi dos horas de representación, sitúa la acción en la Galicia de principios del siglo pasado, donde, una vez más, se hace un guiño al teatro dentro del teatro, porque es un grupo de cómicos de la legua quienes encaran el reto de poner en pie esta pieza. La elección  geográfica no es, desde luego, pura casualidad, sino por ser esa esquina del norte de España territorio propicio a la magia y estar, además, tan cargado de su propia mitología.

Entre aquellos bosques neblinosos y en esa geografía salvaje se desarrolla una madeja de historias cruzadas, apoyadas en todo momento en una escenografía tan llamativa como versátil y tan original como útil, que favorece el juego escénico de un elenco encabezado por la conocida Tete Delgado, quien construye una Venus impecable, y donde destaca, además, Rafa Núñez, con un acertado y silvestre Bato, sin desmerecer al resto de los actores que sacan adelante con acierto una obra casi coral con final feliz y ganas de seguir descubriendo al Lope de Vega más desconocido. Teatro de altura para un festival que, en esta edición, cuenta por aciertos cada una de las obras programadas.