En el corazón tenía

La espina de una pasión.

Logré arrancármela un día.

Ya no siento el corazón.

(Antonio Machado)

 

Cuantas veces nos sentimos desfallecer cuando logramos arrancarnos esa espina que nos estaba matando.

Nos pasamos la vida intentando sobrevivir y tratando de evitar el sufrimiento.

Pasando por alto los malos momentos.

Ignorando las espinas que notamos clavadas en nuestro pobre e inocente corazón.

Creyendo y haciendo creer a todos que no las notamos.

Aunque lo cierto es, que si llega un día en que conseguimos arrancarla.

Nos sorprendemos echándola de menos.

Porque para bien o para mal, esa espina conseguía evitar que la indiferencia ganase terreno en nuestra vida.

Y cuando por fin desaparece, somos capaces hasta de extrañar el sufrimiento que nos causaba.

Y es que así de complejos son los sentimientos que casi nunca compartimos.

Aunque sabemos que las espinas clavadas en el corazón no son exclusivamente nuestras.

Que a veces miramos a los ojos a alguien que se cruza en nuestro camino, y descubrimos la espina clavadita en su pecho, igualita a la nuestra, como si la hubiesen clonado.

Tal vez, ésta sea la razón de que hoy mi admirado Machado me haya inspirado en este cachito.

Porque al recordar su poema he sentido cómo mi piel reaccionaba, mi corazón se excitaba y mi mente lo hacía suyo.

Estoy convencida de que si pudiera oírme en este momento, entendería que su espina es la misma que la mía, que la nuestra y que la vuestra.

Ya ve, mi adorado poeta, que yo también alguna vez he sentido en mi insumiso corazón eso que usted decía.

Eso de:

En el corazón tenía

La espina de una pasión.

Logré arrancármela un día.

Ya no siento el corazón.

Sofía González. Escritora. Autora de la novela SI A VUESTRA VOLUNTAD YO SOY DE CERA.