Francisco Manuel Lara Fernández (Tribuna libre).- A principio de mes hemos tenido la grata noticia de la aprobación provisional del Peprichye. Ya queda menos para su aprobación definitiva y entrada en vigor.
He leído la Tribuna Libre de la Asociación Betilo, que hace una interesante reflexión, señalando la necesidad de Programa de Gestión y Ejecución. Considero muy necesaria esa labor de programación y previsión de inversiones, tanto públicas como privadas, ejecución y coordinación, para hacer posible el tan ansiado por los portuenses resurgimiento y la re-habitación del centro histórico.
Siempre que he tenido que hablar de urbanismo he empezado diciendo que un territorio, una ciudad, es un organismo vivo, y por tanto cualquier cosa que se haga en una parte puede afectar, positiva o negativamente, a las demás.
Creo que para el casco histórico todas las esperanzas están puestas simplemente en la aprobación definitiva del Plan. Esto, siendo imprescindible, no es suficiente. No se trata simplemente de ordenar los espacios y los edificios. Se trata de hacer una ciudad, y en este caso un centro histórico, donde se alcance una buena calidad de vida en todos los parámetros. Se trata de que se proyecten, garanticen y coordinen las inversiones, con la finalidad de que sea apetecible vivir en el centro, hacer vida y actividad económica en nuestro casco histórico.
Pero como el centro forma parte de una ciudad, un ámbito habitado más grande y extenso, tendremos que ver si hay actuaciones externas al espacio que regula el Plan Especial del Centro que son negativas para el mismo.
A nadie se le ocurriría autorizar una fábrica con chimeneas al otro lado del Parque Calderón, que llevase todo el humo hacía el casco, dependiendo del viento o de la falta de él. De igual modo, resultaría nefasta la instalación en el mismo sitio de una depuradora, que llevase todos los olores hacia el centro. Ya no lo recuerda casi nadie, pero tuvimos que luchar y protestar mucho para evitar la peste que traía el Guadalete en determinadas épocas del año por las aguas sin depurar.
Pues bien. Hay otra forma de contaminación, que no se ve, ni es permanente, pero que el gobierno local del PP y Ciudadanos se están encargando de fomentar y deteriora gravemente la calidad de vida del territorio que ordena el Peprichye. Me estoy refiriendo a la gravísima contaminación acústica.
Con la excusa de tener un verano puntero, en la actualidad se autoriza un sonido de música, que en la distancia se convierte en un ruido escandaloso, desde las 10 de la noche hasta la 6 de la mañana. A mí también me gusta ir a conciertos y otras actividades, y entiendo que determinados acontecimientos, como son la motorada, conciertos y otros eventos producen ruido, que los que nos gusta vivir en el centro aceptamos como una parte razonable de lo que ello conlleva, pero puntual y normalmente con una horario razonable.
El Gobierno Municipal parece que ya ha decidido cuál es su proyecto de ciudad. Una ciudad de ocio, donde lo que predomine sea el derecho de quien quiera divertirse, y chillar, cuanto más tarde mejor. Desde principios de julio llevo muchas noches como en la canción de Sabina. “Y nos dieron la 1, las 2, …”, y así hasta las seis de la mañana. Y no es solo el sábado de concierto, a un volumen razonable, y cuando acaba el concierto se acabó el ruido, sino que cuando acaba es cuando empieza la caña. Ahora lo estamos “disfrutando” desde el jueves a domingo y hasta las seis de la mañana, y he sabido que también han pedido el miércoles. Se pueden y deben autorizar espectáculos, pero no hay derecho a destrozar el descanso de los vecinos hasta bien entrada la madrugada. Y mucho menos continuamente y hasta que termine el verano.
Se podrá hacer un Plan precioso, para exponerlo en jornadas y congresos, pero si se propician actividades colindantes que hacen que los vecinos del centro no tengamos derecho al descanso, a dormir, resulta que no hay calidad de vida. No hay excusa alguna para tolerar ese atentado al medio ambiente y al descanso. Y no podemos plantearnos un centro histórico que tengamos que abandonar los meses de verano, que es precisamente cuando más apetece disfrutarlo. Así que dejen de promover, organizar y autorizar actividades que son contrarias a la calidad de vida de los habitantes del centro y a los derechos de la ciudadanía y piensen más en el bienestar de los ciudadanos de El Puerto. Que el sueño de vivir en el centro no se convierta en una pesadilla.