Termina un ciclo diferente, atrás queda una Semana distinta, Santa, pero distinta, como atrás quedaron las Fallas, como atrás quedaron tantas y tantas cosas inconclusas, cosas pasadas y vividas, pero de forma diferente.
La realidad vivida supera a cualquier ficción, a cualquier panorama vivido por nadie, como fue en su momento la resurrección, y ahora vemos lamentablemente que todo es posible.
El dilema humano se divide entre los crédulos y los incrédulos, entre quienes ven y quienes no quieren ver. La humanidad se divide de nuevo en mil opiniones, en quienes controlan y quienes son controlados, pero visto desde otro ángulo, es distinto.
Unos dirán de un extremo de la soga, aprovechando la coyuntura para sacar provecho o imponer sus ideas. Otros, se limitaran a oponer una débil postura, porque en realidad saben que la situación es la que es. En medio nosotros, gente sin voz a las que se las maneja y manipula de forma descortés, hablándonos como si fueras seres inferiores, destruyéndoles sueños y mil pequeñas historias.
Hoy, en donde la luz debe iluminar todos los hogares, del pensamiento que sea, vemos formas y maneras injustas. Para algunos podrán ser acertadas, para otros no, pero el beneficio desmedido de unos es la más absoluta destrucción de otros. Y en medio de todo ello, una clase, una castas que se mantiene en un pedestal que creen que no caerá, ministros, asesores, vice asesores, consejeros, ayudantes de consejeros, gentes a las que todo pasará desapercibido, blindados en sus sillones y sus sueldos desproporcionados, manejando el tablero en el que no juegan.
Hoy más que nunca confió en que realmente la luz comience a adueñarse de todo, y que el paso del tiempo nos deje solo un amargo sabor de boca, y una clara experiencia.