Hay un momento en la vida que hay que sentarse a reflexionar. Pensar en todo lo que nos influye, de mayor o menor manera, pensar en aquello que podemos cambiar para mejorar, en aquello inmutable que por mucho que hagamos no cambiara. Pensar en todo aquello en lo que malgastamos inútiles esfuerzo, resultando un final que nada tiene que ver con el esfuerzo. Pensar en la casualidad, en la marea sobrevenida que nos inunda de forma inalterable.
A veces es bueno pensar en todo el tiempo malgastado en tomar una decisión, en los quebraderos innecesarios de cabeza. Lo mejor es que en no pocas ocasiones pensamos, y mucho, en toda esa información recibida. Envuelta en esos comentarios que le dan la vuelta a todo. Es bueno reflexionar en la forma en que lo mismo puede ser dicho de distinta manera, en el engaño, en la manipulación de hechos y verdades que no lo son.
Hay momentos en la vida en que cierras los ojos y es tal el ruido por las ideas, que es mejor volverlos a abrir, pasearse por la playa y dejarse llevar, y aun así, es necesario pensar, detener el pensamiento, aislar informaciones y ponerlas sobre un paño blanco e inmaculado. Observar desde la distancia las ideas y la información las empequeñece, y justo en ese momento, surge la verdadera reflexión, entonces llegamos a la conclusión de que hemos llegado a un punto social en donde la doctrina del aborregamiento anula la propia conciencia, dejamos de tener ideas, deformamos el derecho natural que nos hacer distinguir el bien del mal, dejando que nos manipulen la mente y la conciencia.
Es tiempo de reflexión, es tiempo de cerrar los ojos, extender un blanco tapiz de pureza y sobre el tender todo lo que se nos ha dicho, analizar todas las verdades y apreciar que nos dicta nuestra conciencia, puede que haya llegado el momento de ver esa gran verdad en donde unos pocos hacen tan poco por tantos, que al final solo esos pocos viven a costa de tantos.
Quizás limpiando de grillos negros nuestra mente podamos entender que está pasando y a donde nos lleva un estado de bienestar para unos pocos, porque… eso sí, si uno reflexiona al fin y al cabo la crisis, el paro, las míseras pensiones, y el sobrevivir es solo materia de reflexión para esos tantos que tanto hacen por tan pocos. Es tiempo de reflexión.