Joaquín García de Romeu (Tribuna libre).- Ahora que tenemos las redes llenas de pésames, elogios y homenajes, sigo preguntándome cuando comprenderemos que estamos en guerra contra toda una forma de vivir. Muerto de que le sirven los reconocimientos, de que los elogios, acaso su familia sentirá menos su inútil muerte, acaso volverá a caminar libremente.
Solamente desde el sentido más cristiano puede admitirse y comprenderse esa muerte, culpa de una sociedad permisiva que busca justificar el acogimiento de asesinos en potencia, que cuelga fotos en sus muros de niños destrozados en la guerra, fotos en la mayoría de las ocasiones trucadas y propaganda del propio ISIS para buscar adeptos, fotos que nos muestran el mismo cadáver en diversas posturas y en diversas fotos.
Culpa de una sociedad que culpa a Israel y al colonialismo del siglo XIX de la actual reacción de los terroristas. Culpa de una sociedad que se cuelga un pañuelo palestino porque siente lastima de un pobre pueblo sin tierra.
Culpa de una sociedad que protesta porque se ponga una foto de una mujer, que en libre ejercicio de su libertad, posa semidesnuda, y aplaude que otras, en contra de su voluntad, porque libremente se lo ordena su marido, toma la sabia decisión de cubrirse la cabeza y ponerse un burkini (si tiene narices que se atreva a decir lo contrario). Culpa de una sociedad que se atreve a relatar que los terroristas fueron asesinados por la policía. Su muerte no queda honrada porque las redes se llenen de lazos negros, porque se le compare con un superhéroe, su muerte no queda honrada con las lágrimas de cocodrilo de los que hacen continua demagogia barata, hueca y vacía, dando lecciones de como es el mundo como si estuvieran por encima de todo y de todos.
Vivimos en una asquerosa sociedad que se jacta de revolcarse en su propia mierda llena de mentiras e historias inventadas, creando personajes, personajillos y mentiras. Gente que se auto valora su moral colocándola por encima del bien y del mal. No, la muerte de Echeverría no es un acto de heroicidad, fue la reacción normal y violenta contra quienes estaban arrebatando vidas, su actuación fue más humana que heroica, no se arrugo frente a la amenaza, como suelen hacer la mayoría de todos los personajillos que ahora analizan su actuación.
Fue una reacción humana digna de admiración, como de admiración hubiera sido que arrebatase el arma a uno de los terroristas y los hubiera dejado en el sitio a todos y cada uno de ellos, en cuyo caso, ahora sería un criminal asesino que reaccionó violentamente contra la justa reivindicación de unos señores que no han tenido otra salida que la violencia porque Don Pelayo inicio la reconquista.
La gran mayoría de los que hoy lo consideran héroe lo tacharían de villano si hubiera conseguido reducirlos, pero solo espero que todos ellos tengan una cruel pesadilla en la que puedan ver como sus seres queridos son pasados a cuchillo delante de sus narices, ojo pesadillo, solo pesadilla.
Espero que la sangre no llame a la sangre, pero que las personas normales, que son capaces de defender su vida, sus costumbres, sus formas, salgan cada día más a la luz, como Echeverría, solo espero que en el próximo atentado (que lo habrá), haya más de un Echeverría, haya incluso algún policía de paisano armado… solo espero que no se inmolen, solo espero que comprendan que en occidente aún hay gente que prefiere morir que, a vivir de rodillas, aunque suene tétrico y demasiado romántico.
Gracias Ignacio por recordarnos que tenemos sangre en las venas.