En 1915 un grupo de músicos valencianos fundaron una banda de música. Por entonces había mucha rivalidad entre bandas en la zona del levante español y quizás por eso, los lugareños, al enterarse de la creación de la nueva formación musical exclamaron: “eso va a ser un empastre”. Los músicos, lejos de ofenderse bautizaron a la banda con ese nombre. Lo anecdótico es que al parecer todos eran buenos músicos, solistas, pero cada uno iba por su lado, acabando siempre en charlotada. Pero aquello enganchó con la gente, y el torero Rafael Lutrus “Llapisera” se unió a ellos creando un espectáculo cómico taurino que hizo reír a varias generaciones. La suelta de vaquillas formaba parte del elenco, y tras dar muerte al animal, los músicos terminaban en pasacalles por el ruedo tocando una marcha fúnebre.
Ayer lo cómico sucedió al final. Previamente, Morante de la Puebla volvió a reivindicarse como el mandamás del toreo. No solo porque atesora el “Cossio” en su toreo, sino porque ha conseguido llevar a su terreno a seguidores que hace poco tiempo bebían los vientos por Roca Rey. En cada actuación una legión de jóvenes se tiran al ruedo tras la muerte el sexto para gritar “José Antonio. Morante de la Puebla”. Aunque Roca Rey sigue siendo torero de masas, el que de verdad ha llenado dos veces el coso portuense ha sido el cigarrero.
Ayer hasta hubo un pique tras el cuarto toro. Morante recriminó a Roca Rey el haber hecho un quite tras el cuarto puyazo. No sé si es algo impostado, como en los tiempos de la rivalidad de Joselito y Belmonte, pero hasta eso le viene bien a la fiesta. “Maestro, fúmate un purito despacio”, le dijo Roca a Morante. Pero aunque Morante sabe saborear un buen habano, la lentitud la saca a relucir al jugar las muñecas a la verónica, o al torear al natural, como el que le dio al quinto toro en el centro del ruedo. Duró más que una corrida en El Puerto, que ya es decir.
Y creerán ustedes que hubo un convidado de piedra. Pues no, porque el portuense Daniel Crespo no quiso quedarse atrás y se fue a porta gayola en el sexto, en un gesto de pundonor para no dejarse ganar la pelea, empezando a tomar altos vuelos una actuación que tuvo sus momentos de mayor ebullición en la faena de muleta con pases profundos y con gusto, con vitola de toreo caro, y con un espadazo impropio de un torero que no se prodiga. Alzó la voz Crespo para derribar las puertas de los despachos, para gritar a los cuatro vientos que El Puerto tiene un torero, que está pidiendo paso.
La tarde merecía el lucimiento, con tres toreros dispuestos que no se dejaron nada en el hotel. La fiesta está muy viva mal que les pese a algunos. Como vivo salió del arrimón Roca Rey en el segundo de la tarde, porque el peruano siempre da la cara, sobre todo en unos terrenos prohibidos donde se siente a gusto, y en los que enardece a los tendidos. El arrimón bien vale una entrada, con un final de faena por bernadinas que cortaban la respiración. La rúbrica la puso con el estoque y las dos orejas acabaron en el esportón.
En una tarde como la de ayer no hacen falta atrezzos, ni Llapisera y su banda. Pero en esta plaza todo el mundo se reivindica. Hasta el presidente quiso salir en los papeles, esta vez por ir de “malote” y no conceder la oreja a Morante en el cuarto tras fuerte petición. Debe ser que Carrero no se tomó la pastilla a la hora indicada, y tuvo ese lapsus o borrón en su trayectoria orejera. Y qué decir del cantaor. Me recordó al niño del chiste de los garbanzos del genial Paco Gandía. Ese mítico: “opá que voy a arriá” se transformó a modo de fandango. “Aguaoooo…”. Que se calle ya el nota que Crespo va a entrar a matar.
¿Y creen ustedes que ahí se acabó? Hombre por favor, que diría un gadita. Faltaba el de la batuta. Se guardaba el manido “Concierto de Aranjuez” para amenizar la faena del sexto. Pero ahí no acabó la cosa. Había un fin de fiesta. En plena vuelta al ruedo de Daniel Crespo sonó la canción del Vaporcito del Puerto, mientras los partidarios de Morante sin el más absoluto respeto hacia Crespo gritaban “José Antonio. Morante de la Puebla”. Y la guinda la puso un mozalbete que se arrodilló en pleno albero para pedir la mano a su amada.
“Los espontáneos, bien tomando la forma de toro fantasma, de tipos populares o de bailadores regionales, se tiraban al ruedo, y todos los artistas, en perfecta confusión, corrían y danzaban, sucediéndose escenas de gran comicidad, que producen en el público una hilaridad incontenible.Da fin al becerro uno de los músicos, maestro también en el arte de Pedro Romero”. Solo le faltó eso al director de la Maestro Dueñas.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Núñez del Cuvillo. Justos de presentación. Destacó el sexto. No hay billetes.
MORANTE DE LA PUEBLA: Estocada (dos orejas); estocada desprendida y algo trasera (ovación y saludos tras fuerte petición)
ROCA REY: Estocada (dos orejas tras aviso); pinchazo y estocada (ovación y saludos)
DANIEL CRESPO: Pinchazo y estocada caída (ovación y saludos); estocada (dos orejas)