Sin perder de vista el centro, el otro día alguien me comentó que la calle Luna daba pena, me mostró unas fotos aparecidas en el nuevo Pradva, y en ellas, se mostraban diversos locales cerrados, de los cuales uno será el futuro Tabanco Asturiano, otro es la casa de un arquitecto cuyos bajos son de uso privativo, otro es la sede de Vox, otro la casa, a priori, de un conocido reformador y decorador, y otro una antigua oficina convertida en casa particular.

Como no podía ser de otra manera me quedé pensando, y verdaderamente son muchos los locales cerrados, y entonces me di cuenta. Si solo muestro las fotos del abandono parece una calle desierta. Sin embargo, en un simple recorrido del Calderón a Juan Gavala, los negocios son innumerables algunos de ellos con menos de un mes, empezando por la tienda de ropa Luna arriba, y el nuevo restaurante italiano con reminiscencia de la China Imperial luna abajo… bares, farmacias, bancos, restaurantes… es evidente que solo veremos lo que queremos ver, y dependerá del color del cristal con que miremos, pero la evidencia está presente.



Lo malo de estas cosas es que vendemos nuestra ciudad como una ciudad de mierda, llena de turistas borrachos. Realmente cada uno ve lo que quiere, siente como le parece y se trata a sí mismo como lo que es.

Por mi parte, si miro la calle Luna un domingo a las siete puedo decir que estoy en una ciudad desierta, lo mismo que si salgo a pasear a esa misma hora por las calles de la avenida, pero si es un lunes a las doce de la mañana, la vida rebosa, desde el salón de juegos a las dos tiendas de ropa; de la farmacia a la Giralda, los dos chinos, el salón de belleza, el nuevo bar, los bancos, las chucherías, el restaurante, la heladería, la abacería, cervecería, sala de fiestas… y ya un no para de bares custodiando la tienda de aventuras para acabar en los Maeras. 

Todo ello deja claro que decir que la calle Luna está abandonada, que el centro está abandonado, es una noticia más propia del Pradva que del Facebook… por mi parte, la alegría de esta calle solo tiene un responsable,  los héroes que se arriesgan a montar un negocio y dar puestos de trabajo, los cuales, está claro, no solo tiene que luchar con los mil obstáculos diario, sino también con quienes se regodean en el desprestigio y se revuelcan en el propio cieno de sus mentes.