
“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.
En general, se considera que el vínculo entre humanos y animales es “mutuamente beneficioso”; una relación entre personas y animales está sustentada por comportamientos complementarios positivos, esenciales para la salud y el bienestar de ambos.
A propósito, me refiero hoy a tres bonitas películas: Mi amigo el pingüino (2024), de D. Schumann; Siempre a tu lado (Hachico) (2009), de L. Hallström; y Fiel amigo (1957), de R. Stevenson.
MI AMIGO EL PINGÜINO (2024). Esta película del director David Schurmann es, sin duda, una cinta con todos los ingredientes para gustar al público, al público adulto y al público infantil. En la playa de una isla remota frente a la costa de Brasil, un pescador brasileño llamado Joao (Reno), salva a un pingüino al que ha encontrado al borde de un colapso y de la muerte.
Habla la cosa sobre la pérdida, la de un hijo de siete u ocho años. En unos breves minutos de la primera vemos a un Joao, padre joven y pescador, con su rudimentaria barca que un naufragio de su barca pierde a su hijo que muere ahogado. El padre acabará destruido y lleno de culpa.
El nódulo de la obra habla de este duelo de Joao por esa pérdida, algo irreparable y doloroso que pasados los años no ha conseguido elaborar satisfactoriamente. Continúa convertido en un hombre inmensamente triste.
Pero quiere la historia que del mar surja una especie de lenitivo potente, de ser salvador. Ese paliativo viene de un pobre pingüino medio muerto que nuestro protagonista salva de entre las olas y con el que establecerá, con el paso de los días, un vínculo intenso de cariño y “amistad”; es como si Joao hubiera recuperado simbólicamente al hijo que se tragó el mar.
No descubre nada nuevo este filme, ni reinventa un género ya clásico, pero es un genial entretenimiento, incluso familiar, frente a tanta violencia y tanto cine de terror como vemos actualmente en pantalla. El espectador tiene el derecho de vez en cuando de un cine amable y emotivo.
Está basada en una historia real sobre la relación de un hombre y un pingüino a quien le pone el nombre de DinDim y al que acaba por considerar su mejor amigo. Una persona rota aprende a vivir y a amar de nuevo, al encontrar un aliciente en su espinosa vida.
En el reparto destaca Jean Reno (sus padres son gaditanos), quien encarna magistralmente a Joao, el pescador brasileño solitario y poco hablador que vive en la isla de Ilha Grande.
Cuando este hombre taciturno coge al pájaro, lo limpia minuciosamente, le fabrica un nido y, visto y no visto, gana un amigo en el proceso; amistad que se produce rápidamente. Recuerda el fenómeno llamado “troquelado” investigado en ocas por el etólogo y Premio Nobel Konrad Lorenz en los años sesenta.
Joao no tiene al pájaro como mascota, pues le permite ir y venir. El pingüino, según la historia real, migraba cada junio desde la Patagonia, en la punta de Argentina y volvía cada año tras recorrer ocho mil kilómetros.
En medio de una migración, un grupo de investigadores estudia al pingüino y les resulta curioso su carácter amable y tranquilo en compañía de los humanos. Al final, descubren el vínculo entre Joao y DinDim. Paralelamente, muchos miembros de la prensa quieren tener la oportunidad de conocer al pescador amigo del pingüino.
Hay elementos de drama en este filme, pero no alcanza en cantidad ni en sutileza sensiblera como para hacer que el espectador sienta que la historia se ha perdido en medio de un mar de sentimentalismo.
Juega para el guion de Kristen Lazarian y Paulina Lagudi Ulrich, que aciertan en el paralelismo entre la pérdida de Joao y las dificultades que enfrenta DinDim. También dan en la diana sobre cómo una relación entre un ser humano y un animal silvestre puede significar una experiencia compleja.
Finalmente, surge una subtrama que involucra a los investigadores y científicos que estudian al pájaro discutiendo sobre si deben o no entregar al pingüino a una Universidad para un estudio científico en profundidad. Son Alexia Moyano, Nicolás Francella y Rocio Hernández quienes interpretan a los científicos.
El D. Schurmann a la dirección sabe aprovechar las magníficas localizaciones y estamos ante una película muy lograda en un tono naturalista.
Hay dos personajes de apoyo a la dirección del filme. En primer lugar, el director de fotografía Anthony Dod Mantle, que aporta energía a un relato tranquilo y discreto que hace que la pantalla entre en un vórtice de alegría visual, lo cual incluye inteligentes tomas desde el punto de vista del pingüino en ángulos bajos.
La película presenta pingüinos reales en lugar de creaciones por computadora. Apenas una parte menor son muñecos controlados por cable y efectos digitales. El resultado es una sensación de intimidad y autenticidad enormemente convincente.
A todo esto, colabora de manera crucial Mantle que brinda una sensación fluida de movimiento, sentido y propósito en la pantalla. Ayuda también la banda sonora del músico vasco Fernando Velázquez, con notas que sobrevuelan armónicamente las acciones de los protagonistas, incluidas vibrantes puestas de sol, bellas vistas del océano o la velocidad natatoria de los pingüinos migradores.
El otro personaje importante para Schurmann es Reno, un estupendo actor que acierta a descubrir su lado más tierno, como habilidad que en otras películas suyas no muestra, pues ha hecho mucho de tipos duros. Reno está superlativo con un personaje cuya tristeza y arrepentimiento es profundo, y su vínculo con el pájaro muy sentido.
Nuestro actor acierta a expresar una gran variedad de emociones: de la tristeza a la alegría, incluido un sentido travieso del contento, y una franqueza cautivadora. Y la esposa María, Adriana Barraza, una especie de noray firme, fuente de amarre y calma ante la tempestad.
Sin olvidar al genial pájaro. Los espectadores que simplemente quieran llevar a sus hijos a ver a un pingüino gastar bromas a los del pueblo, imitar a su amigo dando martillazos a un clavo o decorar su propio nido, recibirán su dosis de ternura: ración asegurada de buen alimento para el alma.
Además, me ha recordado el dicho: “La peor despedida es la incertidumbre del retorno”; es decir, en nuestro pescador late el temor o la zozobra de que DinDim no retorne, que se quede en su isla de arribo o, sencillamente, que haya encontrado una pareja con la tener sus crías, pues el pingüino es un ave monógama.
Revista Encadenados
SIEMPRE A TU LADO (HACHIKO) (2009). Película conmovedora dirigida por Lasse Hallström y protagonizada meritoriamente por Richard Gere. Basada en una historia real japonesa, la película narra la lealtad inquebrantable de un perro, Hachiko, hacia su dueño.
Adaptación estadounidense de la historia real de Hachiko, un perro de raza Akita que vivió en Japón en los años 20. La película sigue la vida del perro y su dueño, el profesor Parker Wilson (Gere), quien encuentra al animal perdido y decide llevarlo a casa.
La historia se centra en la lealtad de Hachiko, quien espera a su dueño en la estación de tren todos los días a la vuelta de sus clases, incluso después de la muerte del profesor siguió yendo. Actualmente, en esa estación, existe una estatua de bronce erigida en su honor.
Gere ofrece una actuación emocionante y auténtica y su química con Hachiko es palpable y añade emotividad a la película. Joan Allen, que interpreta a la esposa de Parker, también brinda una actuación sólida, complementando la narrativa con su apoyo y comprensión hacia la relación entre su esposo y el animal.
Lasse Hallström, conocido por su habilidad para dirigir dramas, maneja la historia con delicadeza y sensibilidad. La fotografía de Ron Fortunato captura bellamente los momentos íntimos, creando una atmósfera que resalta el vínculo entre el hombre y su perro. La música de Jan A.P. Kaczmarek complementa las escenas.
La película explora la lealtad, el amor incondicional y la pérdida. A través de la historia se destaca la capacidad de los animales para ser fieles. El mensaje conmueve a quien haya experimentado el cariño de una mascota.
FIEL AMIGO (1957). Vi esta película de Robert Stevenson siendo muy niño y ya no la olvidé. Con el transcurrir de los años la pude visionar más veces. Resulta curioso cómo una película puede dejar huella. Pero yo vivía en el campo, rodeado como el protagonista de la película, de todo tipo de animales.
Un reparto resultón con Dorthy McGuire, Fess Parker o Jeff York dan vida a los personajes principales de manera más que correcta.
En la historia el nene de una familia de colonos en Texas, nada quiere saber al principio de un perro vagabundo al que considera un perro feo. Pero el animal le demostrará su fidelidad protegiendo la granja y, sobre todo, salvándole la vida. El perro se interpone ante la embestida de un toro enfurecido, de un oso que los ataca, un grupo de cerdos salvajes y así sucesivamente. Es así como se convierten en amigos inseparables que comparten toda clase de aventuras.
Una historia que tiene garra, acción y aventuras diversas. Y el mensaje de un perro amigo que preserva de todo peligro: muy psicológico…