Se cerró el ciclo de verano taurino en El Puerto con un cartel muy del gusto de lo que se denomina el rincón. Legiones de sevillanos que pasan su veraneo en la zona acudieron a las taquillas para arropar a los dos toreros que generan más expectación en la ciudad hispalense y en la baja Andalucía. Y el tercero en discordia no iba a ser un mero relleno. Manzanares tuvo una de las mejores actuaciones de los últimos años en El Puerto, y eso debe alegrar al aficionado porque es un torero que en los últimos años pasó de perfil por el coso portuense. Ante el quinto de la suelta ejecutó el toreo en redondo bajando la mano derrochando poder y muy asentado en la arena del coso portuense. Cierto es que sigue abusando del pico en algunos momentos, pero quizás ayer estaba excusado por el auténtico vendaval de viento de levante que no quiso perderse su cita. Grande Manzanares en El Puerto.

Sigue la sequía de Morante, con un cuarto toro al que despachó pronto, porque Morante no es torero de alardeos para arrancar aplausos y orejitas baratas. Aunque en el primero de la tarde ejecutó el toreo a la verónica con la cadencia y lentitud que atesora, y nos hizo soñar con una gran tarde de toros. Y con la muleta tuvo pasajes de calidad iniciando la faena con las piernas genuflexas, continuando con el toreo en redondo. También hubo tandas al natural pero la faena no llegó a tener los altos vuelos que se esperaban y todo quedó en una gran ovación.  Pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, como diría el Guerra. Quizá y sin saberlo, Morante contribuyó a que el festejo durara poco más de dos horas, algo inédito en los últimos tiempos en el coso portuense.

Por su parte, Pablo Aguado mostró sus cualidades con el tercero de la tarde, aunque el viento de levante molestó durante toda lidia, pero cuando pudo arrastró el capote sobre el albero y nos dejó bellos momentos del toreo a la verónica. Mejor el tercero que el sexto, un toro que tendía a llevar la cara arriba y a protestar en cada muletazo, pero al que Aguado le arrancó la oreja que le sirviera para pasar por la puerta grande, porque abrir, se abrió desde que se anunciaron los carteles, y así ha permanecido en todo el ciclo.

Ayer vivimos una tarde de toreo clásico, sin las estridencias de otras tardes en las que el fanatismo por un torero lo eclipsa todo. Y se demuestra que estos carteles tienen su buen tirón en la taquilla, además de notarse en el comportamiento del público, aunque hubo un conato de petición de indulto al quinto toro lidiado por Manzanares, un toro que de salida manseó, y la pelea en el caballo fue testimonial. Señores espectadores, a ver si se van enterando que los indultos están reservados para Puigdemont y compañía. Y hablando de Puigdemont, ese sí que ha salido por la puerta grande, haciendo una faena cortita, destapando el tarrito de la desvergüenza, y poniendo de hinojos a todo un estado. Solo faltó que lo detuvieran cuando abandonaba el escenario, al igual que a Rafael de Paula el día de la alternativa de Emilio Oliva. Si hubiese actuado en El Puerto, las mulillas hubieran hecho el trabajo a los policías. Aguantar al toro para que el presidente sacase los pañuelos. Demorar los tiempos en busca de la propina.

Se acabó señores. Hasta el año que viene no habrá más toros en El Puerto. Se queda uno con ese regusto de que dure un poquito más. Como cuando El Bimbo fue a Barcelona a ver la reaparición de José Tomás. Allí, en plena calle llena de antitaurinos, con las cámaras de televisión inmortalizando el momento, se puso a dar muletazos de salón, y al acabar su faena le preguntaron con guasa. “Maestro, ¿satisfecho con la faena?”. A lo que contestó: “No, porque el toro tenía una tandita más”.

 

FICHA DEL FESTEJO

Toros de Jandilla y El Freixo. Correctamente presentados de juego desigual. Más de tres cuartos de plaza.

MORANTE DE LA PUEBLA: Ovación y saludos; división de opiniones

MANZANARES: Oreja; dos orejas

PABLO AGUADO: Oreja; oreja