Sé que llevo tiempo aquí, pero mis paseos siempre me han llevado a los espacios abiertos, al entorno del río, a sus playas, sus pinares, el centro más conocido, definitivamente a lo que a todos los que venimos de fuera nos atrae y creemos conocer. Sin embargo, en estos pacíficos días mis pasos me llevaron hasta la pasarela, disponía de tiempo, y decidí salir del entorno de Parque de Calderón.

Sin saber bien a dónde dirigirme, me pareció acertado subir justo para la calle del convento, perderme por el intrigado callejero, eludiendo llegar hasta la calle de Virgen de los Milagros, y subiendo y bajando por calles estrechas y llenas de encanto.

Cierto que existían casas abandonadas, pero había muchas en las que existía ocupación. Me sorprendió la ausencia casi total, de comercios, de tráfico excesivo. Mi mirada se perdió entre balcones y grandes ventanales, entre fachadas señoriales y casa bajas.



A veces mis pasos me volvían a conducir hacia la calle de la Ribera, pero volvía a subir. No era mucho el trayecto, pero descubrí una agradable zona para pasar, desconocida para mí has estos momentos. Supongo que por su posición tan cercana al río, será una de las zonas más antiguas de la ciudad, y a pesar de que mi actual residencia me parece perfecta, reconocí no haber fijado antes en aquellas calles. Observé algunas casas restauradas, y me agradó el entorno.

Finalmente, mis pasos me llevaron hasta la Plaza de la Herrería, había acabado mi paseo, pero busqué la calle ocupada íntegramente por los locales de ocio, la más estrecha, como un callejón que ya conocía, pero me fue llevando hasta el castillo.

Me imaginé aquellos lejanos años en donde el río bullía de actividad, y en parte me recordó a mi tierra, con sus calles estrechas, mirando al mar, llenas de vida, vinculadas siempre al mar. La ciudad no deja de sorprenderme, lo cual me alegra, pero me he dado cuenta de que me queda mucho por descubrir y por disfrutar.

Regresé a mi casa, en donde nadie supo decirme si aquella zona tenía alguna denominación especial. Me atreví a ponerle nombre, y mientras que la parte que me lleva a La Puntilla es la zona de pescadores, desde hoy la zona del río que he descubierto, es la zona comercial y vieja de aquel río de siglos pasados.