Sé que la primavera ha llegado, las lluvias nos hacían pensar  que aún faltaban días para que pudiéramos disfrutar de la misma. Sin embargo, el tiempo acompaña y mucho. Sé que para algunos que lloviese tanto hace una semana fue doloroso. Pero el agua era muy necesaria. Sin embargo, es como cuando haces un examen y no lo superabas por pocas décimas, daba mucho más rabia.

Hoy, después de una semana lluviosa, llega un tiempo que hace también mucho bien, el campo entre el agua y el sol y el calor de esta semana presenta unos colores maravillosos. Todo parece más limpio, fresco y acogedor. La naturaleza a veces nos da lecciones y oportunidades que no merecemos.



Nuestro egoísmo particular piensa en lo que nos viene bien, pero solo a nosotros, pero entonces, la naturaleza, sin que nadie la fuerce, comienza a regular todo para que podamos seguir viviendo.

Estoy convencido que, si de nosotros dependiera, hace mucho que nos habremos extinguido, y que es la fuerza de la naturaleza la que regula lo que más nos conviene. A veces, es la propia naturaleza la que quiere acabar con nosotros, y su violencia nos desarma y extingue.

Es un mundo complicado en el que prefiero no pensar, prefiero acercarme a mi playa, ver la arena aún compacta, los pinares frescos por las lluvias, pero reverdecidos y limpios. Me gusta la ciudad después de que la lluvia la haya dejado limpia fresca.

Mi Puerto, en una primavera que, ahora sí que vivimos en su esplendor, y que no nos dejara indiferentes. Supongo que tarde o temprano tendré que hacer un viaje que siempre pospongo, siempre tendré asuntos pendientes, creo que a todos nos pasa, huimos de nuestras obligaciones pasadas, pretendemos iniciar una nueva vida, nos desatamos del pasado, pero siempre queda algo.

Lo curioso es que ahora no vuelvo a mi tierra, simplemente voy, y  adonde regresare será a mi Puerto. Creo que la primavera se adueña de mi corazón y me pongo sensible. Seguiré disfrutando y pensando en verde y fresco aroma.