Desde que se creara este evento, pocas veces ha estado la ciudad representada. Da igual quien gobierne, porque, año tras año, El Puerto vuelve a estar presente. Podemos opinar, pero el resultado siempre será el mismo, algo queda del trabajo que se haga, lo haga quien lo haga, y es que, al fin y al cabo, la ciudad, gobierne quien gobierne, ofrece atractivos a los tour operadores. En un mundo dominado por la globalización, quien no esté presente, posiblemente no exista, y eso queda patente.

Podremos vender nuestro natural encanto, nuestros dones no necesarios de presentación, nuestras playas paradisiacas, pero sin publicidad, maquillaje y esfuerzo, podríamos quedar como un coqueto e idílico lugar que sería digno de visitar en algún momento.



Necesario, por ello se hace, reconocer el mérito de quienes trabajan para ofrecer la imagen, de quienes invierten su tiempo en acudir, y da igual si subvencionados o no.

La crítica de quienes no van y quieren ir siempre será en el mismo sentido, y sea quien sea el que comande la nave en ese momento. Pero, les duela quienes les duela, es una forma de invertir, y es necesario. Siempre ha sido necesario, y normalmente, da fruto.

Por otro lado, a veces olvidamos que la ciudad es algo minúsculo que se integra en algo mucho más grande, pues, pensemos que para alguien de la lejana Albión, hablarle de El Puerto es como hablarle de uno de sus pueblecitos que solo salen en los mapas más específicos.

Cádiz, un nombre que a todos nos engloba, y a pesar de que barramos para casa, hemos de reconocer que Fitur vende la imagen de una provincia con pueblo con entidad propia, pero que se enmarcan en el nombre de su capital.

Quizás de los mejores aciertos de este año, ha sido la Banda del Rosario de Cádiz, que llevó sus notas al centro de Madrid, algo que, a todos, emociona y que, por supuesto, a los que estamos acostumbrados a ello, nos llena de orgullo.

Esperemos que este año, como en otros, el fruto lo podamos ver, siempre desde la perspectiva de que para gustos… colores.